Domingo 17 de Junio de 2007 Edicion impresa pag. 42 y 43 > Cultura y Espectaculos
"Hijo, mi sueño sos vos"
El dibujo de su padre, en la pluma de Soriano

"Me costó reconocerlo; estaba vestido de negro como un roquero, llevaba anteojos de sol y un pucho colgando de los labios. Las sombras lo confundían todo y nos hacían iguales a los dos. Golpeados pero de pie, en silencio. Separados por unos pocos pasos y al mismo tiempo tan lejos como pueden estarlo un hijo y su padre. El destello de la luna le hacía relucir el pelo plateado y si no hubiera abierto la boca lo habría conocido por el olor o por la forma de tener el cigarrillo. Era él y todos los insomnios se me borraron de golpe, la sangre se echó a andar, los recuerdos desaparecieron y sólo quedó un formidable presente en el que estábamos cara a cara solos y a campo abierto.

Con movimiento lento se sacó el cigarrillo de los labios y se agachó a aplastarlo contra el suelo. Sentí que con ese gesto quería transmitirme la seguridad de que la vida continúa pero a él deben haberle dolido hasta las raíces de los pelos. Se enderezó sin vacilar y al mismo tiempo yo trastabillé en los cordones sueltos y con el mismo impulso, sin pensarlo, hice dos pasos y caí en sus brazos. Me estrechó y pegó su cara a la mía, tan fuerte que no tuve tiempo de verle los ojos. Estuvimos así apretados, sin movernos, sin llorar, sin medir el tiempo ni la distancia que habíamos recorrido. Estaba tan débil que la voz le salió baja, sorda, húmeda sobre mi oído:

-Quería decirte algo ahora que es de noche y las palabras se van. Decirte que te quiero, hijo, que mi sueño sos vos.

Sin darme tiempo se desprendió de mis brazos, se dio vuelta y caminó con firmeza los cinco pasos que lo separaban del auto. Fue la última vez que lo vi. El coche arrancó sin prender los faros y se borró en la noche".

(De "La hora sin sombra" de Osvaldo Soriano)

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