SAN ANTONIO OESTE (ASA)- Recorrer el edificio del CEM 98, donde estudian los alumnos que donaron el dinero de su viaje de estudios para ayudar a la familia de Joaquín Calvo a solventar parte de los costos que demanda el tratamiento contra la leucemia que afecta al niño de 12 años, permite valorar aún más el solidario gesto.

Ya desde el exterior puede verse que el establecimiento no es apto para que allí estudien más de 240 adolescentes. La escuela se creó en lo que fue un antiguo albergue turístico que luego se amplió y al que se le agregaron varias aulas que hoy completan el edificio educativo.

Sin embargo, el acceso y varios de los salones que permanecen ocupados pertenecen a la vieja construcción que a pesar de las remodelaciones evidencia claramente que no es acorde a las necesidades de alumnos y docentes. "Hace poco se cayó un pizarrón cuando una profesora estaba explicando", recordó uno de los alumnos.

No obstante quieren dejar algo en claro y lo expresan con firmeza para que no haya dudas: "Cuando tomamos la decisión de donar el dinero no lo hicimos con intención de nada, no lo hicimos para lograr una entrevista ni para salir en ninguna parte, lo hicimos de corazón. Que quede claro que nosotros donamos sin esperar nada a cambio", acuerdan.

Ocurre que ante el acto generoso, muchos miradas se posaron sobre el establecimiento educativo y afloraron así problemas subyacentes

que eran motivo de preocupación en los padres, docentes y alumnos. Luego de la difusión del gesto de los chicos sorprendió que ellos también tienen problemas para estudiar cómodos. Situación que incluye además a los restantes 200 alumnos del establecimiento.

Es claro que el espacio no da abasto y sin embargo no ha habido respuesta por parte de las autoridades educativas. Luego de la construcción de las aulas nuevas se proyectó la demolición y reforma de toda la parte antigua, pero hasta ahora no se hizo y los chicos están transcurriendo el ciclo lectivo en condiciones más que incómodas y hasta riesgosas.

"El otro día vinieron del ministerio y sacaron unos fotos para ver si había que suspender las clases pero parece que está todo bien y que podemos seguir acá", afirman con un dejo de ironía.

La salida al recreo muestra una imagen increíble. Decenas de chicos y chicas tratando de pasar por un pasillo de menos de 50 centímetros

de ancho que ha quedado entre la parte nueva y la vieja del edificio. Para reacomodar espacios se creó con un tabique una sala de profesores dentro de un aula; la secretaría, la vicedirección y la dirección funcionan en una oficina de diez metros cuadrados que estaba pensada como depósito; varias dependencias están divididas con biombos en la parte antigua, donde además transitar con comodidad y permanecer en las aulas sin sentirse agobiado es imposible.

Así estudian los chicos solidarios del CEM N 98. Amontonados y en precarias dependencias.

Por fortuna, aún con estas carencias han aprendido la importancia de ser generosos y de cumplir con lo que sienten es un deber moral de ayudar a quien lo necesita. Deber que también incluye a las autoridades, quienes tendrían que pensar en la comodidad de los chicos para recibir las clases y sin embargo, no dan respuesta.