Las elecciones municipales de Neuquén, previstas en principio para el 28 de octubre, podrían convertirse en la otra cara de la moneda de las elecciones provinciales que acaba de ganar el MPN. Pero está por verse que sea así.
A pesar de la baja performance partidaria fruto del desgaste del sobischismo que se expresa entre otras cosas en un MPN sin mayoría propia en la Legislatura y de la relativamente acotada comparada con la media histórica del partido provincial victoria de Sapag, la gente votó, bien que dentro de los mismos cauces de siempre, por el cambio moderado pero cambio al fin que proponía el ganador.
A la luz de la experiencia recorrida en la capital provincial en los últimos ocho años, en los que gobernó un partido diferente al que mantiene el poder en la provincia desde hace 44 años, la pregunta que cualquiera puede formularse es si en este caso la gente también votará por el "cambio" o, a diferencia de la elección provincial, lo hará por la continuidad, entendida como la permanencia de otra fuerza que no sea el MPN. Más aún cuando la gestión del actual gobierno ha sido positiva en comparación con sus antecesores emepenistas.
En la actualidad no son pocos los ejemplos que dan cuenta de que el electorado, más allá del desencanto generalizado con la política y los políticos, está lejos de comportarse ingenuamente al momento de votar. Así, no elige el mismo perfil de candidato para cargos ejecutivos que para legislativos; ni para nacionales que provinciales; ni, claro, para estos últimos que para mandatos municipales. De más está decirlo, tampoco escoge igual para funciones de gobierno que para convencionales justamente, Une viene de hacer un duro aprendizaje al respecto. El electorado, en fin, no está dispuesto a entregar todo el poder a un solo partido y ha aprendido a poner cerrojos al hegemonismo colocando los contrapesos necesarios. Quiroga en sus dos períodos municipales y Macri, ahora último, en la capital, parecen ejemplos de ese comportamiento.
Sin embargo, estos criterios no necesariamente se aplican en todos los casos y no está escrito que el MPN, de la mano de José Brillo, no vaya a imponerse también en la capital provincial, recuperando de una vez la gema de la corona.
La hipótesis no puede ser descartada, máxime cuando Brillo seguiría exhibiendo en los sondeos de opinión a tenerse por lo poco que de ellos trasciende cierta ventaja sobre sus competidores Martín Farizano, de la UCR; Jesús Escobar, de Aternativa Neuquina, y Mariano Mansilla, de Une.
Conviene tener presente que la oposición sólo ha logrado desplazar al MPN cuando la mayoría de sus expresiones se ha puesto de acuerdo y ha ofrecido una alternativa tangible al electorado. Así ha venido ocurriendo en Zapala, Cutral Co, Chos Malal y por cierto en Neuquén, donde el actual intendente accedió primero con el apoyo de la Alianza y el felipismo, y luego con el concurso del PJ y otras fuerzas.
A pocas horas de su fuerte derrota a manos del MPN, Quiroga salió al ruedo para reiterar su apuesta de cara al 2011 y convocar a una amplia alianza a la oposición, condición necesaria dijo para "que en la ciudad siga gobernando un partido distinto al MPN". Advirtió también que el MPN ganó "porque el cambio estaba representado por más de una fuerza política", dando a entender que eso no debería volver a ocurrir y sacó a relucir sus fortalezas de cara a un acuerdo: la gestión y la cosecha de votos que lo coloca como segunda minoría.
Para algunos en la oposición, la jugada es pura cosmética y esconde la desesperación del líder radical por conservar, aunque sea en parte, el último resorte de poder que le resta de cara al largo pasaje que le aguarda hasta el 2011.
Pero aunque sólo ha transcurrido una semana desde que el intendente salió a jugar sus fichas y es demasiado pronto para un diagnóstico, los contactos preliminares mantenidos por sus colaboradores con los grupos de la oposición no permiten avizorar un camino sencillo. Ello, aunque la unidad como imperativo para vencer al MPN ande rondando la cabeza de todos.
Ocurre que en la oposición no confían demasiado en Quiroga y a pesar de que uno de sus principales operadores, Marcelo Inaudi, salió a explicar la ventaja de que ahora su jefe no sea candidato, en un intento de apaciguar a sus críticos, nadie duda que es en realidad el intendente quien mueve las piezas.
Además, aunque ni Une ni Alternativa alcanzaron a convertirse en verdaderas opciones para el electorado menos aún la primera que la segunda, ahora cuentan con un testimonio concreto de la porción de representación que les atribuye la gente y quieren que ésa sea la pauta para cualquier tipo de acuerdo. Eso vale tanto para Quiroga, sospechado de no querer dar nada a cambio, como para los que apoyan candidaturas independientes como la de Massei desde representatividades un tanto nebulosas.
En todo caso, Quiroga puso paños fríos a la eventual postulación del diputado nacional y advirtió que de los tres candidatos en danza Farizano, Escobar, Mansilla, el mejor posicionado es el primero. Dando a entender que se inclinará por él, al fin y al cabo el único del palo, y propondrá como síntesis sobre la forma de concretar la unidad que los demás lo apoyen con sus propias listas de concejales.
Si bien todavía no hay una postura homogénea, algunos advierten, en cambio, que no hay unidad posible sin lista única, en la que entren al Concejo al menos un representante de cada una de las fuerzas. Como se renuevan 9 bancas y aunque perdiera el MPN no sacaría menos de 4, la cuenta es muy difícil de cerrar teniendo en cuenta que Quiroga debe llevar a sus socios del PJ, y Recrear también reclama un lugar.
Aunque el panorama es complejo, no serán los dirigentes políticos sino la sociedad la que tendrá la última palabra. Si el reclamo de unidad se levanta como un clamor, será muy difícil que aquéllos lo ignoren.
HECTOR MAURIÑO
vasco@rionegro.com.ar
