BAGDAD.- Varias mezquitas sunnitas fueron atacadas ayer, al tiempo que la imposición de toques de queda y el refuerzo de la vigilancia mantuvieron a Irak en calma relativa un día después que presuntos miembros de Al Qaeda derribaron los dos torres de una venerada mezquita chiíta.

La agresión del miércoles contra el santuario Askariya en Samarra, atribuida a extremistas sunnitas, intensificó el temor de un aumento de la violencia entre sectas musulmanas.

La famosa cúpula dorada de ese recinto religioso fue destruida en febrero del 2006 en un atentado con explosivos que provocó un baño de sangre en represalias.

El ejército estadounidense dijo en un comunicado que las fuerzas iraquíes habían detenido a un comandante y a 12 policías encargados de la seguridad de la mezquita cuando se produjeron las explosiones.

"Debemos condenar los malos actos de los terroristas, y los hijos de todas las tribus deben juntarse y perdonarse'', dijo el brigadier general Duraid Ali Ahmed Mohammad Azzawi, vicecomandante de la policía nacional en Samarra, según el comunicado.

Las patrullas militares de las fuerzas estadounidenses e iraquíes fueron fortalecidas e incrementadas en la capital del país y se instalaron nuevos retenes en los caminos que conducen al barrio de Ciudad Sader, dijeron testigos. Centenares de personas realizaron una marcha pacífica por calles de ese vecindario populoso, bastión de la milicia Ejército Mahdi del clérigo chiíta Muqtada Al Sader. También hubo manifestaciones en Kut, Diwaniya, Nayaf y Basora, ciudades sureñas con población mayoritariamente chiíta.