El final parece cantado. Mauricio Macri, la estrella del centro popular que concentra a liberales, radicales balbinistas como Jorge Vanossi y caudillos peronistas del estilo de Ramón Puerta, galopa con paso seguro hacia la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Después de aventajar por casi 22 puntos en la primera vuelta al kirchnerista Daniel Filmus, debería sin problemas alcanzar la meta dentro de dos domingos. El gobierno, en lugar de facilitarle el trámite ante la contundencia de los números, ha anunciado en cambio "una epopeya" contra "la derecha causante del hambre y del desempleo" en la década de los 90.

Macri augura una "paliza". Le gustaría seguir haciendo la plancha con la simple exposición de sus propuestas para resolver los problemas puntuales de los porteños. Pero, desde el oficialismo , ya le advirtieron que en las próximas dos semanas pueden aparecer "cosas que están ocultas" que le traerán nervios y confusiones.

"Se viene otra elección y se jugará distinto", notificó el ministro de Salud y electo legislador de la ciudad, Ginés González García. El presidente Néstor Kirchner, trastabilló al mencionar su amistad con el ex mandatario Carlos Menem, pues se olvidó que su nombre no el de Cristina está emparentado con la época de las transformaciones privatistas y que una legión de fervorosos militantes K, reconocen un frondoso pasado menemista: Alberto Fernández, Daniel Scioli, Carlos Reutemann, Felipe Solá y Miguel Pichetto, entre otros.

Macri apuesta a pleno en capital federal. Pone una ficha a medio pleno en la provincia de Buenos Aires, donde le daría aire a Juan Carlos Blumberg y a su primo Jorge. Y dejaría desierto el casillero de la nacional de octubre, contradiciendo los propósitos de Ricardo López Murphy, por un lado, y Roberto Lavagna y los alfonsinistas, por el otro ¿Para que arriesgarse?

Lavagna ya tiene su escolta radical, el jujeño Gerardo Morales, mientras Kirchner prolonga el misterio de la formula de los pingüinos, donde el segundo lugar le correspondería a Julio Cobos, de la UCR identificado con la concertación plural de los K.

Un funcionario que ya está sintiendo "el frío" del fin del mandato, el gobernador Solá, analizó en privado la realidad política. Su visión es medianamente objetiva porque la relación con la Rosada se nutre de pronunciados altibajos. Sin ser un alcahuete de Kirchner, le reconoce al Presidente haber cambiado el estilo de hacer política en la Argentina. "Nada es como antes", sentenció.

Solá elogia de Kirchner su capacidad de sobreponerse a coyunturas marcadamente adversas. Apuntó que en Santa Cruz pareció, en un momento, que se venía el derrumbe de su hegemonía y, sin embargo, "con un manotazo" pudo controlar a la provincia.

El mismo cuadro de situación se avizoraba en la capital federal, pero finalmente pudo desplazar a Jorge Telerman y meter en el ballottage a Daniel Filmus, un ministro con el que él está enojado, porque dispuso un aumento salarial para los docentes que le alteró las cuentas provinciales y le provocó mayor déficit.

Solá explicó los motivos por los cuáles Kirchner decidió continuar la batalla con Macri, opacadas como están las figuras de Lavagna, Murphy y Elisa Carrió.

"Quiere confrontar con Macri. Polarizar y erigirlo en jefe de la oposición. Necesita justificó tener a alguien enfrente, porque hoy no lo tiene. Macri le viene como anillo al dedo".

Y debe ser así, a juzgar por la feroz ofensiva desatada entre otros por el ultra K Carlos Kunkel, quien ya sacó a relucir un negociado en Morón, que terminó con la carrera del ex intendente Juan Carlos Rousselot. El ex locutor había cerrado un acuerdo con Macri, sin que éste sufriera ninguna consecuencia.

El diputado Kunkel, al defender un reciente convenio con Franco Macri, padre de Mauricio, por el ferrocarril Belgrano Cargas, solo dijo: "ahora, las reglas son distintas".

Cristina Kirchner se va esta semana a la OIT, en Ginebra, y luego recalará en España. Su candidatura marcha con un signo pluralista. Volvió muy entusiasmada de Mendoza, el pasado 25 de mayo, donde la multitud vivó a Perón, Yrigoyen y Alem.

El círculo áulico de la Rosada está convencido de que se deben mantener los aspectos centrales de la plataforma económica, pero provocar un nuevo estilo, el de Cristina, más abierto y dialoguista, local e internacionalmente.

Alguien que los conoce en profundidad, contó esta anécdota: En el 2003, en pleno ascenso de Kirchner, Cristina era más conocida en los medios. Era la estrella, con gran capacidad e inteligencia. Pero cuando él asumió la Presidencia, ella bajo el perfil para permitir que él "brillara".

En el matrimonio, de fuertes caracteres, hay una mutua y rigurosa disciplina. Si Cristina toma la posta, "será quien adopte las decisiones. Ejercerá el mando con todo".

Si bien se le reconoce predicamento a Kirchner en todo el país, por ser el poseedor de "la billetera", también se le otorgan méritos por su manera de vincularse con la gente. Ni los caudillos bonaerenses, que supieron jurar lealtad a Menem y después a Eduardo Duhalde, desconocen esa empatía: los números de las encuestas mandan y por eso tendrá directa ingerencia en el armado de las listas nacionales y municipales.

A propósito de los sondeos, los últimos indican que Macri se estaría imponiendo a Filmus en la capital federal por 65 a 35.

El triunfo del boquense no hace peligrar las chances electorales nacionales de los K, que usufructúan el crecimiento de los últimos 5 años y están dispuestos a recordar lo que pasó en 2001 y 2002. Las heridas están muy frescas, todavía.

Los casos de trasvestidos políticos seguirán proliferando. Aunque algunos no están dispuestos a ceder en las convicciones. Filmus, por ejemplo, exigió que no lo obliguen a sacarse fotos con cualquiera, y hasta se animó a decirle a Cristina que a veces es conveniente tener un poco más de humildad.