CIPOLLETTI (AC).- El equipo de peritos que trabaja en la investigación de la privación de libertad y muerte de la estudiante Otoño Uriarte (17) en Fernández Oro encontró el viernes, en la casa del peón de la chacra allanada, más sangre humana.

La fuerte presunción de que ese líquido correspondía a una persona se obtuvo por la cantidad y el "dibujo" que había en el piso y otros lugares, que se esparció por el "efecto chorro", algo que sólo se produce cuando se lesiona una de las arterias mayores, según explicaron los especialistas consultados.

Este dato, sumado al hecho de que el buzo que contenía los restos de Otoño en la esclusa de la usina de El Treinta tiene un tajo "contundente" a la altura de la axila izquierda, sin desgarro de tela, similar al que produciría un arma blanca operada con "celeridad, precisión y furia" según aseguró un idóneo dio pie a los investigadores a profundizar la hipótesis de que la sangre en la casa del peón pudo haber surgido de la arteria axilar de la chica.

De todas maneras, para obtener certezas hay que esperar los resultados de los análisis de ADN que entregará el hospital Durán a fin de este mes.

La chacra situada a unos 400 metros al este de la que habitaba Otoño fue allanada porque allí vive el peón, de unos 30 años, quien dijo haber encontrado el celular de Otoño a dos días de la desaparición, el 25 de octubre de 2006, y que recién lo entregó a los cuatro meses, y quemado por un presunto incidente fortuito, de acuerdo con sus dichos.

En la tapera del peón se encontró, aparte de la sangre, el recorte de diario con noticias de la desaparición y una foto de Otoño.

El fiscal José Rodríguez Chazarreta, que bajo las directivas de la jueza María del Carmen García García investiga el caso, confirmó ayer que se está siguiendo la pista entregada por una mujer respecto de que Otoño habría estado encerrada y que pedía auxilio, en una casa aún no identificada. Muy cauto, sólo respondió con un "sí, en efecto" cuando se le preguntó por el seguimiento de esta

pista.

Mientras, los investigadores se están concentrando en saber qué ocurrió durante las últimas dos horas que pasó Otoño en el pueblo, desde las 22 del 23 de octubre hasta casi las 24, cuando se alejó del extremo de la avenida Cipolletti por calle Kennedy.

La niña, una semana antes del trágico 23, le había confiado a una mujer de su entorno familiar directo que tenía miedo y que quería irse a Neuquén a vivir con ella. El mismo 23 de octubre, luego de dejar el gimnasio de voley, estaba bajo los efectos de algún impacto emotivo, e incluso lloraba tras haberse cambiado de ropa en un sitio no determinado todavía.

Son episodios que despiertan incertidumbre y le inyectan al caso una dosis extra de misterio.

La policía y los equipos de peritos incluyendo el de Enrique Prueguer, que trabaja para la parte querellante dejaron ayer la chacra allanada y en gabinete evaluaban los elementos y datos obtenidos, cotejando hipótesis.

Una comisión de la Brigada de Investigaciones se aprestaba a hacer procedimientos en el barrio Colonizadora de Allen, porque habría indicios de que la mujer que entregó el dato del presunto llanto y de los pedidos de auxilio de la muchacha podría haber discado un teléfono fijo desde aquel sector.

En tanto, fuentes de acceso directo al juzgado interviniente dijeron que declararán de nuevo un sujeto apodado "Gato Grande" y uno de los dos hermanos en cuya casa fue hallada la bicicleta en la que habitualmente se movilizaba Otoño, porque en sus primeros dichos ante la fiscalía actuante podrían haberse contradicho.