Justine Henin no dejó dudas de que es la reina indiscutida de Roland Garros. En poco más de una hora vapuleó a la serbia Ana Ivanovic por 6-1 y 6-2 y se quedó con su tercer título en París en forma consecutiva, y el cuarto en su carrera.
Así, la belga se transformó en la primera jugadora que repite la hazaña de Monica Seles, que ganó tres veces consecutivas en la capital francesa entre 1990 y 1992.
Henin afrontaba un emocional partido sobre todo por cuestiones ajenas a la pista. Por encima de su cuarto título en París, la belga recordó a su madre al final de un partido en el que por primera vez en mucho tiempo asistieron miembros de su familia, con la que pasó varios años sin hablarse.
"Fue duro para mí todo lo que viví en los últimos meses. Subidas y bajadas, cosas malas, cosas buenas. Y entonces comprendí que así es la vida, que la vida sube y baja y debes aceptarla tal como es", explicó tras recibir de Martina Navratilova un cuadro como regalo.
En esa recuperación fue fundamental la presencia de su entrenador desde hace once años, el argentino Carlos Rodríguez, con el que mantiene una relación simbiótica, incomparable en el circuito. Fue gracias a él que el año pasado descubrió que había alimentos como el tomate, los champignones o la leche de vaca que facilitaban la entrada de virus a su organismo y la debilitaban.
"El es una gran parte, muy poca gente puede hacer lo que él hizo. También me apoyó mucho su familia, fue increíble", agregó la cuádruple campeona de Roland Garros.