MARTIN VALBUENA
NEUQUEN (AR).- Si hay algo donde la evolución se palpa y crece como en ninguna otra cosa, es en la música. Ultimo lugar donde podremos ser interrumpidos. Allí, presente y futuro batallan territorios, pero los alcances de unos con otros enseñan algo trascendente: no hay fronteras para la inspiración. Se podría decir que Bajofondo Tango Club es futuro, pero no solo por su música y la invención: la manera de funcionar como grupo genera altas esperanzas. Promesas de un viaje musical diferente, se vivían en la noche fría del viernes en la capital neuquina, que invitaba a refugiarse y beber un buen tango electrónico. Ni siquiera la conciencia del rechazo que puede generar "lo nuevo" esas mismas voces que sin demasiado fundamento alguna vez se alzaron para separar al gran Piazzolla de la escena tanguera, iba a ser suficiente para detener tanto atrevimiento. Pero bueno, Bajofondo Tango Club tampoco es Piazzolla, aunque sus influencias se respiren en la melancolía del retrato porteño y a través de la sonoridad del bandoneón de Martín Ferrés.
Pasadas las 21:30 del viernes, el violín del maestro Javier Casalla, irrumpió sorprendiendo con un "solo" de esos que si a uno le dicen que allí se acabó el show, se puede ir a dormir tranquilo. Un aperitivo que se robó la primer ovación y dejó al teatro, que por ese entonces terminaba de acomodarse, sin palabras. Apareció la banda entera y la noche se fue editando con la genialidad del concepto ya producido, que además de los "solos" de bandoneón, contrabajo y violín, inmortalizados ya en la madrugada de algún empedrado porteño, el piano dj de Luciano Supervielle, iban atravesaban de vértigo a cada uno de los presentes.
Bajofondo Tango Club no es solo una banda de
música: es un grupo de amigos desprolijos y talentosos que profesan la tolerancia sonora, un equipo de fútbol de los de antes, que se divierten, y que en cada momento regalan lo mejor de cada uno. En el camino se sumaron dos uruguayos para rapear su pasión tanguera y revivir con proyecciones la sonoridad de la historia del gol, incorporandolo como un sonido familiar en sus vidas. Con puestas ambientadas en noches de tango parisinas, esta banda de amigos que se hacen llamar Bajofondo tienen una kinesis exacta, incorporan sin temores todo, dejando espacio para la cuota de inspiración necesaria del momento. El house progresivo, el funk, el soul, sin lugar a dudas el tango de exportación, más la síntesis de los sonidos reconocidos en nuestra memoria genética, disparan la fuente de creación y prolongación de un estado natural de cosas. Son sonidos que a pesar de no haber escuchado, forman parte de uno, Y por eso el público neuquino los reconoce, los aplaude incondicionalmente y pagaría por seguir con esta ceremonia.
Puede que no le guste este tipo de música, pero si es argentino, debe aunque sea prestarle atención, una canción, algunos condenados acordes que sirvan para desecharlos, o para incorporarlos definitivamente y probablemente para siempre.
