Lunes 04 de Junio de 2007 Edicion impresa pag. 27 > Nacionales
ELECCIONES PORTEÑAS: Fiel a un estilo en la política y en el poder
Simpleza y escasez de dogmatismo, sus armas.

Votó Buenos Aires. Esa ciudad que en los albores de los '60 sorprendió tanto al francés André Malraux como para que la definiera como "la capital de un imperio que no fue".

Votó la ciudad que tiene esa Plaza de Mayo se llama desde mediados de 1880, ese espacio casi ritual donde se definió mucho de lo trascendente de la política argentina a partir de 1810.

Ese lugar que, a modo de espacio ritual cuando de expresar poder se trata, anoche a las 19 comenzó a ser circundado por las huestes de Mauricio Macri.

No celebraban un triunfo, que tenían atado, muy atado. Festejaban el cruzar largamente el 40% de los sufragios, un respaldo no inesperado en la intimidad del candidato, que supo callar esa percepción que le dictaban sus sueños.

Se desplomaba la noche sobre la capital de los argentinos. La gente ganaba las calles. En los bares y confiterías, ni el gordo ni el flaco.

Y en las conversaciones y en los medios se transforma con singular ligereza el triunfo de Macri en surgimiento del máximo liderazgo opositor al kirchnerismo.

Un derrotero que, en todo caso, definirá el tiempo.

¿Por qué jamás estuvo en peligro el claro triunfo de Macri en esta primera vuelta que lo posiciona tan bien para la segunda?

Quizá sea hora de desentrañar razones que, sin invalidarlo, no computan como único motivo el zarandeado pero cierto argumento de que "Buenos Aires siempre fue opositor".

Macri ganó por fidelidad a la percepción que tiene de la política y el poder.

Ve a la primera ajeno a interpretarla desde elucubraciones teóricas e intelectuales complejas.

En relación con lo segundo, lo percibe como un sistema de decisión que siempre debe estar distante de los dictados del dogmatismo y la ortodoxia.

Desde este convencimiento, Macri funge en política más con ideas y palabras sobre problemas concretos que con discursos que, por su dinámica, tornan difuso el pensamiento sobre esos temas.

Ese es a hoy el estilo con que incluso hace ya varios años ingresó de lleno en la política.

Y ése fue el estilo que aplicó a su campaña electoral.

Fiel a ese convencimiento, evitó caer en las acechanzas propias de la agria arena electoral. Las provocaciones que vía descalificaciones por caso le disparó en dos oportunidades en menos de un mes el propio presidente Néstor Kirchner.

Así, tampoco se ocupó de Daniel Filmus, por quien siente un firme respeto intelectual.

Y dejó que el ego y el histrionismo de Jorge Telerman siguieran su curso.

Macri continuó con lo suyo de cara a un electorado complejo como lo es el porteño. Un espacio de humores muy particulares.

Estás para ser el león del circo, no necesitás rugir le dijo hace dos meses su asesor de campaña, el ecuatoriano Jaime Durán Barba.

Y Macri le hizo caso.

 

CARLOS TORRENGO

ctorrengo15@yahoo.com.ar

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