El parecer algunos intentan fechar el inicio de un falso declive de la universidad en 1966. La "Noche de los bastones largos" la fuga de materia gris al extranjero, es decir, el exilio masivo de científicos, académicos y docentes universitarios no es sólo "simbólica" como señala Cares Leiva en la columna publicada en el diario "Río Negro" del 17/5/2007, sino que es un hecho histórico claramente "material", ya que el gobierno nacional, por primera vez, reprimió, golpeó y detuvo a docentes. No obstante, este violento suceso se enmarca en continuidad con una historia más amplia, que ni siquiera podríamos fechar con el Movimiento Reformista de 1918.
La crisis sería entonces algo no atribuible a un único espacio y tiempo en la historia de la universidad. Sólo por tomar algunos ejemplos, se puede mencionar como causantes de "crisis": la laicicidad, la gratuidad, el acceso irrestricto, la igualdad de género en el acceso a la educación superior, el co-gobierno universitario, la libertad de cátedra, la apertura de nuevas carreras, los problemas edilicios y presupuestarios, y tantos otros que fueron haciendo de la universidad una institución inclusiva y comprometida con la realidad; que fue bastión de resistencia en épocas de dictadura militar, formadora de científicos e intelectuales críticos y abiertos al debate frontal.
Así, la universidad no vive una crisis hoy, sino que, en tanto está compuesta de sujetos (docentes, no docentes, graduados y estudiantes) reflexivos y críticos, se propone como institución en la que la crisis no es un problema y mucho menos una "enfermedad", sino una instancia de aprendizaje, enfrentada por todos los integrantes de la comunidad universitaria con respeto, consenso y diálogo.
Sin ir más lejos, nuestra Universidad Nacional del Comahue fue creada a principios de los años 70 sobre la base de los debates que se dieron no sólo los integrantes de la Universidad del Neuquén y de los institutos de Río Negro, sino también sobre la base de las discusiones que se dio la comunidad de las provincias de Río Negro y Neuquén.
Durante la década de los '80, la comunidad universitaria se comprometió con las reinstalación de los principios rectores de nuestra Universidad: la gratuidad, la autonomía y el ingreso irrestricto fueron bastiones de esa década y se incorporaron en el Estatuto de la Universidad del Comahue como ley suprema de la institución. Recuperar la institución, para que sea tal cual la conocemos hoy, fue un verdadero desafío.
El avance del neoliberalismo fue resistido desde los diversos claustros en diversas oportunidades: en 1995 y 1998, en consonancia con el rechazo a la, recién ahora vapuleada, Ley Federal de Educación por parte de los trabajadores de la educación de la provincia del Neuquén, los estudiantes impulsaron el debate sobre la Ley de Educación Superior, que concluyó en una Asamblea Universitaria (órgano máximo de la Universidad Nacional del Comahue, integrado por los 4 claustros que componen el co-gobierno universitario) y un Consejo Superior (órgano de gobierno que le sigue en jerarquía también integrada por los cuatro claustros) que decidieron oponerse a la aplicación de dicha ley.
En el 2001, los docentes y no docentes universitarios, movilizados por la devastadora ley de déficit cero, llevaron adelante un paro histórico de más de tres meses, que alcanzó a todas las unidades académicas de nuestra Universidad, objetando la validez de la mencionada ley y negándose a que fuera aplicada sobre sus sueldos. De dicho reclamo participaron activamente, además, graduados y estudiantes. Pocas veces la Universidad estuvo tan abierta a los reclamos de la sociedad en la que está inserta como entonces, cuando organizaba marchas con trabajadores ocupados y desocupados y clases públicas por las calles de la ciudad.
Producto de esta apertura, y de los debates de 1995, en la Asamblea Universitaria del 2002 fueron presentados diversos proyectos para la reforma de los Estatutos de la Universidad Nacional del Comahue, instancia que se vio truncada por la elección como rectora de Ana Pechen, la ex funcionaria del único interventor militar de nuestra Universidad.
Dichos proyectos se vieron enriquecidos por los debates que impulsaron los estudiantes junto con los docentes, durante el 2004. Como consecuencia de ellos, el Consejo Superior decidió, en coherencia con las asambleas universitarias anteriores, el rechazo nuevamente a la Ley de Educación Superior y, como corolario lógico, al organismo acreditador contenido en ella (la Coneau). Dicha ley, también actualmente vapuleada en todo el país, está a las puertas de su derogación.
Como graduadas de la UNC, habiendo sido partícipes de la historia de la Universidad, no podemos concebir que el ingeniero Cares Leiva reduzca debates democráticos y reflexivos a estadísticas que no sabemos de qué misteriosa fuente proceden, ni en base a qué criterios se elaboran. Tampoco concebimos que cite como ejemplo a seguir universidades aranceladas y con ingresos cada vez más restringidos. Asimismo, consideramos deplorable que reduzca, falazmente, proyectos políticos universitarios a una mera cuestión de números y proponga interpretaciones "criollas" a no sabemos qué proyecto de reforma del estatuto. Creemos que la comunidad de Río Negro y Neuquén debe informarse y participar de las reformas que se están dando en la UNC y que dicha participación no se logra desacreditando a algunos de los actores de la universidad (tildándolos a ellos de "ultraizquierdistas" y a los problemas de la UNC de "enfermedad"), sino exponiendo todos los proyectos y debatiéndolos frontalmente en espacios públicos.
EMILSE M. KEJNER y M. CELINA FERNANDEZ (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Doctora y profesora respectivamente UNC.
