Jueves 24 de Mayo de 2007 Edicion impresa pag. 44 > Cultura y Espectaculos
MEDIOMUNDO: Liviano

Hace unas horas he vendido mi Palm. Hecha la transacción, la pregunta de mi comprador me hizo retroceder alrededor de un año como si la vida pasara frente a mis ojos. Eso es justo lo que dicen que sucede cuando te mueres. Por suerte, aún estoy vivo, aunque es cierto que decenas de postales atravesaron el momento del pago.

"¿Querés borrar lo que tenés guardado aquí?", fue la pregunta. Pues sí, mi cliente suponía bien. Un par de horas después prendí el aparatito, busqué el comando donde se vacía el disco de memoria, allí donde se almacenaban meses de fotografías y videos de mis hijos, mujer, amigos y de mí mismo haciendo el payaso y lo borré. En menos de un segundo, ese tramo de postales de mi vida se esfumó por completo.

No es lo único de lo que me he deshecho últimamente. En diciembre del año pasado mi mujer y yo decidimos regalar la mayor parte de nuestra ropa. Hoy por hoy, ni siquiera un zapato viejo acumula polvo en el ropero.

Hasta hoy ambos discutíamos, entre copa y copa, las razones más íntimas del proceso de desalojo sin llegar a un puerto seguro, hasta que apareció Willy e instaló la luz allí donde había sombra. Resulta que Willy tiene una idea muy extraña acerca de la existencia humana. Será porque el hombre es verdaderamente inteligente.

En uno de sus viajes de vuelta de sus clases de tuba (es músico e investigador) con un profesor de origen ruso que enseña en Bahía Blanca, me contó que tiene pensado el siguiente plan: en el futuro organizará una fiesta destinada a reorganizar su casa. A él le produce una fiaca terrible el sólo hecho de pensar en poner en orden su caos. El descarte caprichoso de los papeles y objetos correrá por entera cuenta de los amigos, mientras él se dedicará a prepararles un asado. "Es lo que ocurriría si yo estuviera muerto, con la diferencia de que yo estoy vivo", me explicó feliz como un niño en un circo.

En mi caso se trata de una situación similar. En mi camino hacia a la finitud he decidido avanzar liviano. No soy adicto a la Biblia, pero entiendo que de allí proviene la frase al polvo vamos y del polvo venimos. No me preocupa tanto la posesión concreta como la capacidad de moverme y de generar la energía necesaria para cubrir mis deseos.

Acaso no haya nada más intangible y poderoso que el aroma de un buen perfume. Ese es mi punto.

¿Soy un torpe? ¿He perdido el foco? Es lo más probable, tomar decisiones implica acertar y equivocarse en diversas proporciones. Puede resultar estúpido borrar las imágenes que se capturaron con desigual esmero durante un plazo de tiempo. Volver a la nada, la sonrisa de tus hijos o los segundos de charla que reflejan una maravillosa tarde verano. Todo eso.

Sin embargo, mi intención no ha sido otra que reproducir en pequeña escala el juego de la muerte.

Un día, sí, la vida al modo de una película de dudosa definición cubrirá el horizonte de nuestros ojos. Un día sabremos cuál era el sabor de la frutilla que comimos en la infancia. La textura de la piel de nuestra primera novia. Un día.

En el fondo, no pretendo otra cosa que anticiparme a los hechos y valorar ahora lo que perderé más adelante. Ser consciente de cuánto quiero y de cuándo deseo.

 

CLAUDIO ANDRADE

viejolector@yahoo.com

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