La vida de Carlos Tevez tiene ribetes cinematográficos. Qué realizador no se conmovería con la historia de un chico que supo cambiar una infancia pobre y salvaje por una juventud de idolatría al extremo. Cómo no quedar perplejo ante un muchacho que de morir de hambre y frío pasó a ser el nuevo fetiche (la antítesis de David Beckham) de la sociedad de consumo.
Pero en este tipo de fábulas, el diablo siempre está al acecho. Tevez vendió su alma cuando a comienzos de 2005 fue adquirido por el fondo inversor (MSI) que maneja el iraní Kia Joorabchian y que sugestivamente se domicilia en las Islas Vírgenes.
Carlitos desembarco en Corinthians y se denunció que los 20 millones de dólares que recibió Macri provenían del lavado de dinero de la mafia rusa, salidos de la venta de empresas estatales en el gobierno de
Yeltsin. Tevez y Macherano pasaron inesperadamente al West Ham en 58 millones y se acusó a Joorabchian de querer, mediante estos traspasos, adquirir la modesta institución. La faena del iraní se truncó porque en el medio la FIFA y la UEFA se acordaron de investigar.
Suceda lo que suceda con el West Ham, que reconoció anomalías en la inscripción de Tevez, es casi una obviedad que la vida (privada y deportiva) del 'Apache' continuará saltando de un escándalo al otro.
Porque nació para trascender, porque su devenir tiene ribetes cinematográficos... Y porque también vendió su alma al diablo (iraní). (S.B)