Martes 15 de Mayo de 2007 Edicion impresa pag. 26 y 27 > Policiales y Judiciales
El caos empezó cuando un padre quiso recuperar un celular robado
Llevó una cadena y enfrentó a los ladrones de su hija. Hubo 33 demorados, la mayoría menores de edad.

NEUQUEN (AN).- El intento de un padre por recuperar el teléfono celular que le habían robado a su hija un grupo de jóvenes, fue el detonante de los enfrentamientos y saqueos ocurridos el domingo en el centro de esta ciudad, que dejaron un saldo de 33 adolescentes detenidos y cuatro comercios dañados y saqueados con pérdidas de 100 mil pesos en conjunto. El hombre fue con una cadena escondida entre sus ropas por "prevención", pero al verse superado en número no la usó y tuvo que correr para escapar.

Si bien ayer a la madrugada y en medio de la batahola la Policía manejó inicialmente la hipótesis de un enfrentamiento entre dos bandas de jóvenes, con el correr de las horas se esclareció la causa que la originó: el padre de una chica de 16 años a la que le habían robado un celular quiso recuperar el teléfono por la fuerza y fue agredido por un grupo de alrededor de veinte jóvenes.

Cuando la Policía intervino para protegerlo el enfrentamiento fue con los uniformados, y al grupo inicial de adolescentes se sumaron otros de los miles que merodeaban la zona.

En ese momento el caos dejó de estar focalizado sólo en un punto y se extendió en dirección hacia la zona del Bajo, por la Avenida Argentina, donde los ataques y saqueos afectaron a otros comercios.

Las fuentes policiales consultadas por "Río Negro" indicaron ayer que la adolescente fue asaltada en la pérgola ubicada a unos 30 metros del monumento a San Martín, mientras estaba junto con una amiga.

Avisó a su padre del robo y éste se vino desde la zona oeste junto con un grupo de conocidos, entre los que había hombres y mujeres. Identificó a quienes la habían atacado y con una cadena escondida bajo la ropa, que llevó por "prevención" según le dijo a la Policía, les exigió que le devolvieran el aparato.

Hubo insultos, luego agresiones físicas y al verse superado en número al hombre no le quedó otra que correr. Se refugió en la heladería "Las Malvinas", a la que los agresores, a pesar de la cantidad de clientes que había, apedrearon y luego saquearon.

Alrededor de las 0.30, casi dos horas después de iniciado los disturbios, el padre pudo salir de la heladería custodiado por los uniformados y en un móvil de la comisaría Primera.

El operativo policial terminó con 33 jóvenes demorados, entre varones y mujeres y cuyas edades oscilan entre los 14 y 25 años. Todos tenían en su poder mercaderías robadas de los comercios saqueados, pero hasta ayer ninguno estaba identificado como miembro del grupo que agredió al padre. Entre los demorados, en su mayoría menores de edad, había desde chicos que viven en barrios de clase baja hasta estudiantes universitarios.

En cuanto a los daños materiales, los comercios afectados estimaron en 100 mil pesos las pérdidas que sufrieron en forma conjunta.

El escenario sobre el que ocurrieron los disturbios es el mismo donde en el pasado se desarrollaron otros hechos similares, aunque hace casi un año que los fines de semana se caracterizaban por su tranquilidad.

Las noches de sábado y domingo confluyen adolescentes, jóvenes y adultos de todos los sectores sociales. Algunos ven espectáculos callejeros, otros se sientan en bares y restaurantes, están aquellos que permanecen en plazoletas y al pie del monumento y otros que dan "la vuelta del perro" o visitan la feria de los artesanos.

Este área tiene sus particularidades, según los comisarios consultados por "Río Negro": abarca un radio de 600 metros de largo y 300 de ancho, desde la calle Belgrano hasta Sarmiento, entre Buenos Aires y Brown. Un domingo a la noche suelen concentrarse alrededor de 20 mil personas.

Esto "dificulta las acciones de disuasión", coincidieron los comisarios Nicolás Nievas, titular de la comisaría Primera, y Daniel Mellado de la dirección de Seguridad.

En este contexto, "no hay grupos puntuales que se dediquen a cometer estos hechos; si bien se mueven en grupo, sus integrantes no están identificados y suelen actuar de esta forma ante diversos detonantes, que no siempre son los mismos", señaló Nievas.

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