BUENOS AIRES (ABA) . Para la opinión pública, el affaire Skanska se ha vuelto muy intrincado a partir de la confusión que existe sobre el mecanismo del fideicomiso utilizado para financiar obras, en este caso un gasoducto.

Según explican los especialistas, a raíz de la devaluación que derivó en la dificultad de las empresas para realizar inversiones rentables, el Estado recurrió a los fideicomisos para contar con fondos destinados a infraestructura. Se integran con recursos garantizados por el Estado o extraídos forzosamente a los privados.

En el caso de Transportadora Gas del Norte (TGN) o Transportadora Gas del Sur (TGS) los fideicomisos son concesionarias que hacen mantenimiento del sistema, pero las inversiones quedan para el Estado.

Entonces, con una cuenta bancaria habilitada para un fin específico (en este caso un gasoducto) las obras se licitan y luego se adjudican a una empresa con supervisión del Poder Ejecutivo Nacional (Enargas).

La cuestión más espinosa en este tema explica el diputado nacional Esteban Bullrich- es la cartelización de las empresas que participan de la licitación y que forman algo así como un "club" poniéndose de acuerdo entre sí para quedarse cada firma con un trabajo, recibiendo en todo esto la anuencia del poder ejecutivo.

En el caso Skanska detalla Bullrich- fueron tres terminales y se las repartieron Skanska, Contrera Hnos y BTU, con sobre precios de entre el 83 % y el 152 %.

El otro "problema" fue "como sacar los fondos del fideicomiso sin que se generen sospechas para lo cual continuó el diputado de Recrear- se armaban empresas fantasmas que confeccionan factura truchas, entonces "cuando Skanska tiene que justificar el costo de una planta, suma costos directos e indirectos, más facturas truchas por servicios nunca recibidos".

El mismo legislador, propone que se reemplace a los directivos de Enargas designados "a dedo" y se nombre un directorio de cinco integrantes por concurso público; crear una comisión bicameral parlamentaria que revise los "problemas y vacíos" legales que permiten la operatoria corrupta y establecer que toda la obra pública esté bajo el control de auditorías ciudadanas.

Consultado por "Río Negro" el economista Aldo Abram, deslizó que el fideicomiso no es una mala figura y que es útil como en casos de la construcción de un edificio, en el cual quienes depositan el dinero van a pedirle al fiduciario (el tercero) que maneje el dinero de modo que la construcción sea lo más rentable posible.

El problema  en el affaire Skanska- es según Abram que el que adjudica la concesión es el mismo ente (Enargas) encargado de controlar los fondos.