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El déficit corriente, un problema para la próxima administración | ||
Por primera vez en los últimos años, las cuentas de Saiz terminan en rojo. Los gastos corrientes mostraron subas significativas. | ||
Los números de la provincia muestran un precario equilibrio y el próximo gobierno de Río Negro recibirá un presupuesto muy comprometido para los siguientes cuatro de años de gestión. Los márgenes de acción se achican al máximo, mostrando las primeras proyecciones que la nueva administración deberá convivir con un déficit corriente estructural luego de cinco años de superávit. ¿Cómo se llega a esta situación? A simple vista se observa que los componentes del gasto corriente crecieron en forma desproporcionada en estos cuatro años terminando esto por afectar el desequilibrio primario del presupuesto. Dentro de las erogaciones corrientes, la masa salarial ha mostrado un desarrollo significativo. En valores absolutos, las proyecciones muestran para el período 2003-2007 un crecimiento superior al 200% teniendo en cuenta los potenciales aumentos que todavía están siendo negociados entre el gremio y el gobierno. Este fue uno de los rubros que mostró el mayor dinamismo en la administración Saiz. En la otra columna, los ingresos corrientes ostentan tasas de crecimiento positivas pero inferiores a las de los gastos. Y este esquema, en el tiempo, termina por erosionar el equilibrio primario del presupuesto. La historia que muestran las estadísticas oficiales y las proyecciones esbozadas para lo que queda de este año marcan esta tendencia. Es decir, estamos con escenarios similares a los de la convertibilidad en materia de equilibrio primario presupuestario (ver infograma adjunto). El resultado primario de un presupuesto provincial es uno de los tantos indicadores de la salud financiera de la administración pública. Los cuatro años que estuvo frente al gobierno Miguel Saiz dejaron un ahorro corriente del orden de los 250 millones de pesos, valor significativamente superior a los consolidados por sus antecesores. Sin embargo, hay que aclarar que este "positivo" escenario en realidad se da fundamentalmente por los cambios en las reglas de juego de la economía argentina a partir de la salida de la convertibilidad. Y esto se ve claramente en las estadísticas presupuestarias. A mediados del 2002 comienza la recuperación económica del país con tasas de crecimiento promedio del 9% anual hasta la fecha. Esto impactó de lleno sobre los recursos tributarios de Río Negro. Las proyecciones oficiales muestran que los mismos crecieron durante el período 2003-2007 algo más del 150%. Y es en este punto donde la administración Saiz recibe las mayores críticas por su gestión. Pocas fueron las transformaciones estructurales que se realizaron en la provincia pese a los altos niveles de recursos que ingresaron a las arcas estatales. Y peor aún, el aumento de los ingresos fue orientado casi en su totalidad a la estructura burocrática del Estado, un gasto improductivo que terminó por cerrar el superávit fiscal que venía registrando la provincia desde 2002. El indicador del gasto en personal versus erogaciones corrientes, al cierre del 2007, tocará sus máximos. Un dato que debe preocupar a la próxima administración teniendo en cuenta la incidencia que tiene este rubro en el presupuesto rionegrino. Otro de los puntos que avala el crecimiento de la estructura burocrática del Estado es la evolución que muestra la participación de los recursos corrientes versus los recursos totales. La administración Saiz, pese a mostrar altas tasas de incremento en sus ingresos, no pudo torcer la historia de este indicador. Cerca del 90% del gasto del gobierno provincial se define en salarios, funcionamiento de la estructura, transferencias y servicios. Tan sólo el 10% restante queda para los gastos de capital, dónde sólo un promedio del 4% anual se lo lleva la obra pública. En la medida en que este esquema no se modifique y se destinen mayores recursos para invertir en infraestructura (obra pública), difícilmente la provincia pueda terminar por despegar económicamente. Para muchos analistas económicos, la época de "vacas gordas" para las provincias terminó. Las tasas de crecimiento sobre los ingresos comenzarán a desacelerarse y la brecha entre lo que se tributa para la Nación y lo que sale de ahí por coparticipación seguirá aumentando, obviamente en desmedro de las provincias. Para el 2007 se espera un déficit estructural en todas las provincias del orden de los 6.600 millones de pesos (ver recuadro adjunto). Río Negro no queda fuera de este escenario. Para este año, las finanzas públicas cerrarán por primera vez desde la salida de la convertibilidad con un déficit en torno a los 20 millones de pesos. Obviamente los presupuestos se pueden "dibujar" y más aún con valores tan poco significativos como son estos 20 millones mencionados. Pero las tendencias son claras. Desde el 2004 el superávit se achica en forma importante y no hay indicios de que este escenario pueda revertirse en el corto-mediano plazo. Sin lugar a dudas el gobierno que asuma al frente de la provincia para el período 2007-2011 deberá buscar cambiar las tendencias que muestran las variables sobre los ingresos y los gastos para no ingresar en una crisis presupuestaria similar a la de los '90. Reestructurar el Estado para hacerlo más eficiente y productivo es una materia todavía pendiente del radicalismo en la provincia. No ha existido un serio debate sobre los servicios que se requieren del Estado y el gasto que insume sostener los mismos en forma eficiente. Nadie puede poner en duda el genuino reclamo de los trabajadores estatales por tener un sueldo acorde a la evolución que muestra la canasta de productos en la provincia. Sin embargo, por dar un ejemplo cualquiera, muchas son las dudas sobre las nuevas incorporaciones políticas que se hicieron en estos últimos años, que terminaron por incrementar en forma desproporcional el staff de los agentes estatales. Este es uno de los replanteos que debe hacerse el próximo gobernador respecto de la estructura de gastos que hereda. Sobre los ingresos, está claro que debe existir una nueva relación Nación-provincia, basada en una ley de Coparticipación que refleje el verdadero federalismo tributario que exige la Constitución. (J.L.) | ||
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