Mugre por donde se mire. Pilas de bolsas de basura, indiferentes al olor rancio del abandono, y a ese batallón de perros que las destripan. Así vivieron los sanmartinenses la semana que pasó. El paro de municipales de la UPCN afecta servicios vitales, como la recolección de residuos, entre otros. Y tras dos semanas de tires y aflojes, el arreglo se hace esperar.
Hay acuerdo en adelantar del 1 de julio al 1 de mayo la vigencia del ajuste del 20% sobre los básicos, pactado en octubre del año pasado (con ATE), y hay coincidencia en desafectar de esa mejora a la planta política.
En lo que no hay arreglo es en la asignación fija que reclama la UPCN, ni en el piso salarial. La diferencia es de $1.200.000 para el estimado anual de la masa salarial 2007, que ya tendrá un incremento de $2.500.000 respecto del 2006. Y todavía no saben cómo afrontarlo. Pero más allá de la letra fina de las discusiones, la larga huelga provocó que muchos clavaran los colmillos de la bronca en el cuello del intendente.
La indignación es tal, que en las radios tronaron los mensajes de los oyentes, exhortando a los vecinos a tirar la basura frente al centro cívico. En fin, el intendente y sus colaboradores son el centro del escarnio por estos días. Pero por esa pertinaz costumbre de llevar la contra, conviene ensayar otra mirada...
Para eso es necesario volver unos días atrás, antes del paro, cuando se rompía la concertación que el gobierno local había construido tres años antes con la UCR y el Frente Grande. La otrora triunfante coalición naufragó por diferencias insalvables con la nueva conducción del peronismo sanmartinense.
Con el portazo de Carro, de su secretario de Gobierno, Guillermo Carnaghi, del titular del Deliberante, Juan Fernández, y otros funcionarios que aspiraban a lanzarse como concejales, las elecciones de junio tendrán un dato infrecuente: la administración saliente no tendrá candidatos que procuren repetir.
Rota la concertación inicial, el peronismo remanente y el quiroguismo armaron una nueva lista, de la que se autoexcluyó el "kirchnerismo de la primera hora", que, dicen, anida en el gobierno de la comuna. Además, los actuales funcionarios de rango también tendrán que hacer valijas.
Enhorabuena, si eso impide la habitual práctica de tomar al Estado como botín de la retirada. Pero en este caso, se cortarán carreras que bien podrían haber tenido sus legítimas chances en la próxima elección. Advertido aquel escenario, volvamos a la huelga de los municipales, que vino días después de la diáspora peronista, fatigando a los vecinos. El hartazgo es producto de que la intendencia se muestra dura en las negociaciones.
Y esa es la clave que convendría ver con otros ojos: un gobierno que abortó su continuidad, que no tiene futuro en otro proyecto inmediato, está tentado de caer en el desinterés y/o en el despilfarro del "qué me importa".
Carro y su gobierno podrían haberse sacado rápido de encima a la UPCN, con una respuesta de manos sueltas. Equivocados o no en los modos, eligieron no comprometer recursos proyectados para 2007 (que ya incluían el aumento del 20%).
Con esa actitud, el gobierno parece dispuesto a no ceder a la desidia a pesar del futuro próximo, que implicará "volver a casa" para sus cuadros políticos.
Es lo menos que se puede pedir a un gobierno saliente, pero no es poco en estos tiempos.
FERNANDO BRAVO
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