NEUQUEN (AN).- El primer prostíbulo de Plaza Huincul, habilitado a mediados de la década del 20, se conformó a partir de una decisión estratégica empresarial de los popes de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) y se constituyó con jóvenes llegadas desde locales nocturnos de la calle Corriente de Buenos Aires.
La casa de tolerancia fue levantada por la firma petrolera con las mismas artes que construyó el campamento donde surgió la ciudad y las jóvenes que allí trabajaban eran empleadas del Estado argentino.
"De la calle Corrientes se trajo a las primeras pupilas y eran alrededor de ocho: (José) Vargas Llosa en Pantaleón y las visitadoras narra algo semejante, pero no había descubierto nada. YPF había sido el precursor", afirma Roberto Villa en el capítulo denominado "Tolerancia" de su libro "Por los caminos del petróleo", presentado esta semana en Neuquén.
La obra de Vargas Llosa, llevada al cine hace algunos años, describe las peripecias de un oficial del Ejército peruano quien debe organizar un servicio de prostitutas para controlar a la tropa en una inhóspita región amazónica, muy diferente al emplazamiento de la comarca petrolera de principios del siglo XX. Como buen ex ypefiano y argentino al fin, Villa reivindica la original iniciativa que marcó una época en los campamentos que la compañía montó en la zona.
La revelación -que hasta
ahora nadie se había animado en volcar en papel- ha corrido durante años de boca en boca en la enorme familia de petroleros que habita la región. Villa lo explica con lujo de detalles en su libro que no es ni más ni menos que el resumen de sus años de trabajo en YPF y en la Repsol después, donde actualmente ocupa un cargo gerencial.
La idea del burdel la tuvo entre 1925 y 1930 el ingeniero Alberto Landoni, quien fue profesor de Villa en la universidad.
"Los días de franco la gente se iba a Neuquén y no volvía, el éxodo era cada vez más grande y fue por eso que Landoni le llevó un proyecto al ingeniero Enrique Mosconi", explica Villa. Fue así que pensando en la eficiencia de la empresa se puso el marcha el proyecto 1120 pues "en el Estado todo estaba inventariado, las casas tenían un número, las oficinas lo mismo e incluso las personas", dice el escritor debutante quien conoció personalmente el lugar donde trabajaban las muchachas del 1120. El proyecto se mantuvo hasta la década del 60.
La organización de la casa de tolerancia era regulada por rigurosas normas internas que "podrían sortear la normas ISO" y la dependencia respondía al área de Recursos Humanos pues se había conformado de acuerdo a los términos que había solicitado Alberto Landoni, el administrador (el equivalente a un Ceo) de los yacimientos de Huincul.
Roberto Villa ha de saber que "Tolerancia" será uno los capítulos más leídos de su trabajo pero el libro va mucho más allá esa anécdota, que un par de generaciones le ha exigido que relate. El autor se desnuda en los demás capítulos donde critica políticas y acciones de la vieja YPF y a la vez describe con precisión y sentimiento las razones que permitieron que políticos y periodistas de época repitieron la oración que se hizo un clásico "es la única petrolera en el mundo que da pérdida". En esa línea, lanza un concepto durísimo "lo único bueno que tienen los políticos argentinos es que son maestros de la retórica para tergiversar los hechos y presentarlos para el lado más favorable a sus intereses".
De los momentos críticos, entre renuncias y situaciones poco amables de la empresa, cuenta cómo una fiesta despedida se transformó en una pesadilla: tuvo un brote de amnesia y enseguida sufrió un desmayo. Las emociones y el estrés a punto estuvieron de fusionarse fatalmente.
Rico en anécdotas, valioso como documento, la redacción es sencilla y la lectura se vuelve ágil. Villa ha trabajado en todas las cuencas petroleras de la Argentina y ha sorteado diferentes procesos que se encarga de describir: desde los sindicatos a los militares, desde la "obesa" firma estatal a la "atlética" Sociedad Anónima y desde ese lugar a su venta a la española Repsol. En ese proceso, hay elogios para José Pepe Estenssoro.
Con todo, la obra es una reivindicación y una crítica a la historia de la empresa más importante del país y Villa le aporta un plus: el de haber estado ahí.
El profesional nacido en Plaza Huincul, que es doctor en Geología e ingeniero en petróleo, escribió el libro en primera persona y con formato de autobiografía.
A lo largo de su trabajo no hay pretensiones literarias pero sí un notable esfuerzo para que la información llegue en forma clara y amena. Villa lo logra.
Y en esa línea, como si fuera un diario de viaje cuenta lo vio y lo que sintió a lo largo de más de 30 años de trabajo, sin dejar de reirse de algunas de sus acciones poco felices y sin magnificar sus logros, que no han sido pocos.
Esposa, dos hijos, nieto, libro, árboles y también amigos.
RODOLFO CHAVEZ
rchavez@rionegro.com.ar