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Domingo 06 de Mayo de 2007
 
Edicion impresa pag. 22 y 23 >
Un poco de paz

Neuquén entró en la cuenta regresiva de las elecciones del 3 de junio en medio de un clima que continúa enrarecido por la protesta social y la crisis institucional. Las heridas provocadas por el prolongado conflicto docente y su trágico desenlace, el asesinato del maestro Fuentealba, siguen abiertas y el terremoto estructural que sacude a la salud pública tiende a profundizarse sin que se avizore por el momento una salida. En este escenario, la campaña electoral discurre como en una suerte de mundo paralelo, que poco o nada tiene que ver con lo que realmente sucede a diario al común de los mortales.

Los últimos ramalazos del huracán docente siguen sacudiendo a la sociedad. En primer lugar porque la vuelta a clases transita un clima turbulento y tenso. Sobre la legítima preocupación de los padres por la recuperación de los 37 días de clase perdidos casi el 20% de los 180 días que exige la ley sobrevuela la pulseada entre el gobierno y el gremio por los costos políticos del conflicto.

No son pocas las escuelas en las que los punteros del MPN continúan instalados. Ahora pretenden erigirse en comisarios políticos de las enseñanzas que imparten los docentes. Esta es la rémora de la peligrosa ofensiva por la apertura de las escuelas que desaprensivamente impulsó el gobierno y que produjo no pocos enfrentamientos y conatos de violencia en el seno de los colegios, con los consiguientes riesgos para los chicos.

Es cierto que el gremio es remiso a pagar la cuota de responsabilidad que le cabe por la pérdida de los días de clase. Pero no es menos cierto que la principal responsabilidad es de quienes administran el Estado y tienen la obligación de garantizar no sólo la educación sino también la paz social.

El gobernador vive un exilio obligado en la Residencia de la Costa y, si resulta difícil vislumbrar cuándo estarán dadas las condiciones para que pueda regresar a la sede del Poder Ejecutivo, mucho más difícil aún parece imaginar cuándo podrá volver a circular libremente por la calle.

Pero como si el descalabro institucional no fuera suficiente Sobisch, en lugar de llamarse definitivamente a sosiego después de todo en pocos días más habrá un nuevo gobernador legitimado por el voto, parece dispuesto a tomar revancha.

Así, además de los punteros devenidos en guardianes de la ortodoxia ideológica, la propaganda oficial sigue cargando las tintas sobre los aspectos más controvertidos de la huelga docente como las reprochables pintadas en el frente de la Casa de Gobierno, en un peligroso intento de librarse del costo político por el descalabro y pasar nuevamente a la ofensiva.

La respuesta llegó con la contundente marcha de antorchas realizada por docentes y empleados de salud, que recorrió el viernes las calles de la ciudad para recordar que el costo tremendo de una vida no se olvida de un día para otro.

Si en el plano local el gobernador sigue jugando con fuego, su conducta a nivel nacional no es menos temeraria. No son pocas las voces en el oficialismo que dan cuenta de que en poco tiempo más Sobisch volverá por sus fueros para seguir disputando un lugar bajo el sol en el firmamento de la centroderecha.

Sin ir más lejos, en una nota de opinión publicada el jueves pasado por "Clarín", el gobernador justificó la represión que le costó la vida al maestro Fuentealba agitando un supuesto apego a la Constitución. Ojalá fuera tan sencillo. Ni Sobisch se ha caracterizado hasta aquí por respetar a ultranza las leyes y la Constitución ni resulta tan fácil para un político cargar con la muerte de una persona.

Por lo pronto, lo único que ha cosechado el gobernador neuquino hasta ahora por el descarrilamiento institucional al que ha llevado a la provincia ha sido la condena unánime de la oposición y el rechazo de sus pares, que le han dado la espalda y amenazan con condenarlo al ostracismo.

Los arrestos de Sobisch en los últimos días son observados con aprensión por las huestes del candidato oficial. Temen que un nuevo descalabro saque a Sapag definitivamente de carrera y necesitan dramáticamente un poco de paz para que el electorado olvide lo más pronto posible los últimos excesos de Sobisch.

Los estrategas del sapagismo reconocen que en lo más álgido del conflicto docente la intención de voto acusó una merma que está siendo remontada merced a un contundente despliegue de campaña. "Estamos tranquilos porque llevamos 15 puntos de ventaja y esto se verifica inclusive en la capital", aseguran, aunque admiten que antes esperaban la elección "haciendo la plancha" porque la diferencia era "de alrededor de 20" puntos.

Si el electorado necesita como el agua algo de paz, nada muy diferente le ocurre al establishment emepenista. La fiesta con la que Sapag hizo una "vaquita" de un millón de dólares para pagar la campaña, vio desfilar en colorido tropel a empresarios allegados al poder, funcionarios sobischistas de paladar negro y dirigentes partidarios de todos los colores.

El MPN es un partido de intereses y nadie se quiere quedar afuera del nuevo polo de poder. Otro trago amargo para Sobisch, que observa cómo antiguos incondicionales abandonan el barco con lo puesto.

Pero ya nadie, ni siquiera los que posaban de sobischistas de fierro, quiere más sobresaltos. Para ellos, como para aquellos que se cuidan de admitir su emepenismo soterrado, Sapag es una tabla de salvación. Sin dejar de ser el MPN sin duda lo es por portación de apellido y por historia tiene un estilo tan opuesto al del actual gobernador que aparece como el cambio posible.

Por lo pronto, Sapag recibe a todos con los brazos abiertos y, como el Papa, les imparte enseguida una bendición urbi et orbi, no sea cosa que se vayan a arrepentir.

Los mejores ladrillos se hacen también con bosta, razonaba ese idealista llamado Juan Perón. Pero claro que, como en política no se puede estar bien con todo el mundo, la oposición tiene en este desfile de nuevos conversos un argumento certero para acusar a Sapag de gatopardismo. ¿De qué cambio puede hablar si con él están todos los que son y son todos los que están?

 

HECTOR MAURIÑO

vasco@rionegro.com.ar

 
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