SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Luego que un menor confesara su participación en el hecho, o dijera que tenía conocimiento del homicidio de un changarín, la policía halló el cuerpo sin vida de un hombre de entre 25 y 30 años, que hasta última hora de ayer no había sido identificado.
Las autoridades presumen que la víctima vivía en el lugar, donde había improvisado una precaria cocina y un dormitorio, pese a que faltaba parcialmente el techo, pero el reconocimiento del cadáver puede ser dificultoso, porque tiene destrozado el rostro a piedrazos, y los perros o alimañas también dejaron sus huellas en las zonas golpeadas.
El hecho habría ocurrido durante la tarde del domingo, pero recién ayer por la mañana el menor de 17 años, que estaba alojado en el Hogar Convivir por tener causas pendientes con la Justicia, le habría confesado al director del instituto su participación en el crimen.
Al ser anoticiado del acontecimiento, el funcionario que tiene la custodia temporal del menor lo acompañó para que exponga los hechos ante el juzgado de turno, y poco después del mediodía la policía halló el cadáver en el fondo de la casa abandonada, que se encuentra situada en Neuquén y Don Bosco.
En el frente de la construcción, apenas cubierto por unas chapas, se encontraba un colchón con enormes manchas de sangre, pero el cuerpo de la víctima estaba a unos 15 metros, sobre la tierra y los matorrales del terreno.
Algunos vecinos del barrio Lera, que es donde se produjo el hallazgo, estimaron que la víctima vivía allí desde hace aproximadamente una semana, y que se había identificado como de nacionalidad chilena y con domicilio anterior en la ciudad de Neuquén.
Hace casi 8 años, el 2 de mayo de 1999, cuatro chicos que jugaban en un baldío ubicado en la esquina de Elordi y Santa Cruz hallaron en forma casual el cadáver de un hombre semidesnudo que presentaba signos de haber sido sometido a un cruel maltrato, y en el cuello tenía ajustado un cinturón que a su vez estaba atado a una rama.
Sin embargo, la rama tenía tan poca consistencia que la hipótesis del suicidio fue descartada de inmediato en el lugar del hecho por el magistrado que entendió en la causa.
La víctima fue identificada como Claudio Rafael Carballo, de 35 años, oriundo de Ingeniero Jacobacci, pero con domicilio en esta ciudad, donde también vivía su numerosa familia.
Los chicos del barrio encontraron el cadáver poco después de las 19 de ese día en un predio relativamente céntrico, pero el cuerpo estaba disimulado debajo de un frondoso sauce y se presume que llevaba allí más de 24 horas, a juzgar por la rigidez que presentaban sus miembros, según indicaron los médicos.