PARIS.- Un equipo de físicos de la Universidad de Harvard anunció que habían conseguido almacenar un rayo de luz en una materia sometida a una temperatura muy baja y reiniciarlo a distancia en otro concentrado de materia.
Las dos concentraciones de materia estaban separadas por una brecha de 160 micrómetros, una distancia ínfima para la escala humana, aunque substancial en lo que hace a la física cuántica, que rige ese mundo de lo infinitamente pequeño.
En un artículo que aparece este jueves en la revista británica científica, Nature, Naomi Ginsberg y sus colegas afirman haber capturado, por medio de un láser, átomos enfriados a muy bajas temperaturas. A una temperatura por encima del cero absoluto (-273 grados Celsius), en el contexto de los misteriosos condensados Bose-Einstein, la materia adquiere un estado que dista de las tradicionales formas de gas, líquido y sólido. Una partícula atómica sometida a tales temperaturas se refugia en el más bajo estado posible de energía.
Las características de los condensados Bose-Einstein son tan particulares que por momentos parecen ir en contra de la física clásica. De acuerdo a la experiencia estadounidense, los fotones del láser sufren una drástica desaceleración, como si atravesaran melaza, pasando de la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo) a unos 20 km por hora, para enseguida detenerse.
"La información" --la amplitud y la fase de la señal luminosa-- quedó impresa a la manera de un holograma sobre la materia del condensado. "Nos encontramos con una copia absolutamente perfecta de la pulsación de la luz, pero en forma de materia", explicó una de las responsables del artículo, Lene Vestergaard Hau. (AFP)