River enfrentará esta noche al Caracas, como visitante, con la necesidad mínima de no perder para no quedar eliminado de la Copa Libertadores.
La realidad es que el Caracas está pareciendo la Cenicienta del torneo porque no sólo tiene que hacer de local fuera de su país, sino que viene de ser víctima de un despojo, el viernes pasado, en Santiago, cuando terminó perdiendo por 3 a 2 frente a Colo Colo por un inexistente penal que sancionó el árbitro peruano Manuel Garay en el segundo minuto de descuento.
Al final del partido, se produjeron incidentes entre los futbolistas venezolanos, el árbitro y la policía chilena. Como consecuencia, la Conmebol suspendió provisoriamente por un partido a los jugadores Jorge Rojas, Edder Pérez, Luis Vera e Iván Velásquez.
"Creo que fue a dedo la escogencia de los jugadores suspendidos, fueron los policías quienes empeoraron las cosas por las agresiones. Son jugadores importantes para nosotros y se crea mucha suspicacia, nos cae de sorpresa", se quejó ayer el DT venezolano, Noel Sanvicente.
Si River perdiera hoy, ya no tendría oportunidad de alcanzar ni a Colo Colo ni a Caracas, con lo cual se habrá despedido del torneo en los octavos de final, en tanto que un empate lo dejará con vida para definir en la fecha de cierre, en Buenos Aires ante los chilenos.
A esta comprometida situación se llegó de manera inesperada, porque el grupo que le tocó al equipo argentino parecía de los más accesibles, tanto más luego de su triunfo inaugural ante Colo Colo en Chile, pero los insólitos resultados en el Monumental (un solo punto sobre seis posibles ante Caracas y la Liga) lo dejaron mal parado, más allá del valioso empate que rescató en Quito frente a los ecuatorianos.