BRASILIA (AP/DPA) _ El gobierno del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, que lidia con los controladores aéreos para evitar un nuevo caos en los aeropuertos, ganó el martes un respiro cuando voceros del gremio de la policía federal anunciaron el aplazamiento de una huelga.

"No habrá paralización...esperaremos hasta después de la reunión que tenemos con el Ministerio de Planificación'' el 10 de abril, después del feriado de Semana Santa, dijo en conversación telefónica Sandro Torres, presidente de la Asociación Nacional de Delegados de la Policía Federal. Torres indicó que la decisión de aplazar la protesta, que duraría 24 horas, se tomó en las asambleas regionales del gremio y para poder "dar oportunidad a escuchar al gobierno'' en el encuentro previsto para el día 10.

Los 11.000 policías federales reclaman que firmaron con el gobierno en febrero del 2006 un acuerdo para ajustarles el salario en 60%, un aumento que sería otorgado en dos partes, cada una de 30% a lo largo del año pasado.

La primera parte fue pagada el año pasado, pero la segunda parcela de 30% aún no fue desembolsada. Los salarios actuales de los policías federales oscilan entre 6.000 a 10.000 reales al mes (entre 2.900 a 4.900 dólares), pero el gremio argumenta que son los peores pagados de otras carreras.

El gremio ha dicho que su protesta podría ser desde la paralización total de actividades -suspendiendo las investigaciones criminales y la emisión de pasaportes- hasta aplicar una "operación tortuga'' o retrasar algunos procedimientos como la revisión de pasaportes en los aeropuertos.

La crisis de la aviación brasileña enfrentó al presidente con los militares por el control de los aeropuertos, pero el mandatario ofreció ayer una salida pacífica al garantizarles a los uniformados el comando de la gestión aérea. Lula "estableció que el Comando de la Aeronáutica asume las negociaciones" de la crisis garantizando que serán respetadas las reglas y la jerarquía militares, informó el diputado socialista y vicelíder del gobierno, Beto Albuquerque, al salir de una reunión del mandatario con los partidos que lo apoyan.

La crisis detonó cuando los controladores aéreos, que en su mayoría tienen estatuto militar, entraron en huelga y paralizaron los aeropuertos del país. Lula, que estaba en Washington, llamó a su gobierno a negociar y ordenó retirar la orden de la aeronáutica de sancionarlos.

Esa decisión "tuvo el efecto de una bomba atómica" en el alto mando militar, que además de ser desautorizado públicamente, consideró que se establecía "un precedente peligrosísimo", porque abre la posibilidad de amotinamiento en otros sectores de servicios básicos, dijo a la AFP el analista de Defensa y editor del sitio especializado Defesanet, Nelson During. Lula endureció el lunes el trato a los controladores a los que llamó "irresponsables".