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Miércoles 04 de Abril de 2007
 
Edicion impresa pag. 36 > Deportes
ANALISIS: El karma de Maradona: soportar ser Maradona
Diego, sumergido en un nuevo trance.
Diego, sumergido en un nuevo trance.
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"¿Y vos quién te creés que sos? ¿Maradona?".

¿Quién no escuchó alguna vez esto? El problema de Maradona es que él, efectivamente, es Maradona. Lo fue desde sus inicios en los Cebollitas, en su precoz debut en Argentinos, en su polémica exclusión del Mundial 78, en su coronación de México 86, en su reinado napolitano, en su amor por Boca, en La Noche del 10 y en sus escándalos públicos y privados.

Esa es su principal adicción. El futbolista consagrado suele ser de por sí una persona sobreprotegida. Mucho más lo es el ídolo deportivo. Más si ese ídolo se llama Maradona. Esa es su principal adicción, más que la cocaína que estuvo a punto de matarlo y que el alcohol que lo amenaza ahora. Siempre fue Maradona.

Y Maradona, se sabe, no es un mortal como el resto. Es Maradona. Ni siquiera en su momento más dulce, cuando parecía resucitado con La Noche del 10 y admitía lo

peor de su pasado, ni siquiera en ese momento, recibió tratamiento de mortal común y silvestre. Ese hubiese sido acaso el momento ideal. Pero no. El rating de TV, los invitados adulones, el público siempre a sus pies, todos parecieron unirse para saludar a coro su "resurrección".

Sin importar si el programa era una mera continuación hacia su peligrosa idolatría, como en aquel programa en que se entrevistó a sí mismo. Y sin importar tampoco aquella noche en la que decidió convertir su programa en un ataque al pibe napolitano cuya paternidad jamás quiso reconocer y que sólo debió aceptar tras un fallo judicial.

Incluso esa resurrección motivó la realización de dos filmes hoy inoportunos. El primero fue estrenado la semana pasada en Italia, La Mano de Dios, de Dino Risi. La versión original, aceptó Risi, era menos concesiva hacia el astro. Pero Claudia Maradona obligó a retoques y Risi evitó así una eventual demanda. La película, dicen los críticos italianos, terminó siendo una biografía neutra, ni chicha ni limonada.

El segundo filme fue anunciado concesivo desde su comienzo. Es el de Emir Kusturica, que pudo ser muy duro y talentoso para contar en su recordado filme Underground el drama de la ex Yugoslavia. No le pasó lo mismo con el drama de Maradona, porque prefirió analizar en cambio el costado social del ex crack. Algunos por amor, otros por dinero, todos terminaron siempre inclinados ante él.

Así, el doctor Alfredo Cahe sigue disculpando aún hoy a Maradona por su nueva crisis, producto, según dijo, de problemas familiares que terminaron desbordándolo. Fue necesario que salieran al cruce de Cahe entidades vinculadas con las adicciones para recordarle que un adicto siempre argumentará problemas externos para justificar su adicción. Resulta lógico que lo diga el adicto, no su médico.

Especialistas ya advertían el peligroso mensaje que significaba alabar en los medios "la milagrosa" recuperación de Maradona. Como si un mero milagro bastara para curar esa enfermedad, que requiere para casi todos años de tratamiento paciente y continuado.

Porque para eso sí que no alcanza el nombre mágico. Allí sí que no hay Maradona que valga.

 

EZEQUIEL FERNANDEZ MOORES

 
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