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Lunes 02 de Abril de 2007
 
Edicion impresa pag. 17 >
ENTREVISTA - SERGIO BERGMAN, RABINO: "Existe concentración de poder como nunca hubo en democracia"
Lo dice el rabino Sergio Bergman, una de las voces más críticas al gobierno. Apunta a la dependencia económica con Venezuela y a la manipulación política de los derechos humanos. Defiende, en cambio, la ofensiva oficial por la causa AMIA ordenando la detención de los iraníes. Advierte que Blumberg pondría en juego su prestigio si participara en las elecciones.

Su última aparición fuerte, en público, fue el año pasado en la marcha de Juan Carlos Blumberg en reclamo de seguridad, que convocó a una multitud en Plaza de Mayo. En esa oportunidad emitió un contundente discurso, en el que denunció el desmantelamiento del sistema republicano a partir de la concentración de poder por parte del kirchnerismo.

Desde ese momento, para el gobierno pasó a ser uno de los principales opositores, aunque él advierte que su rol es el de un ciudadano alerta ante los desbordes institucionales. Sergio Bergman construyó, junto con otras voces autorizadas, un diálogo interreligioso, que es visto con respeto y expectativa por varias de las personalidades políticas críticas al gobierno nacional.

Alguna vez dijo que, si el destino lo llamara, sería un Joaquín Piña (el obispo de Misiones que le ganó al kirchnerismo y evitó la reelección eterna del gobernador Carlos Rovira).

Pero por ahora pese a haber recibido innumerables propuestas el rabino prefiere ver la política por afuera de lo electoral.

En su último discurso en Plaza de Mayo, sacudió las conciencias alertando sobre el fin de la república. ¿ Qué cambió desde entonces? ¿Se profundizó la crisis de valores?

Lo que cambió favorablemente es que mi interlocución es con el ciudadano y no con el gobernante, es decir que el colapso de la república es parte de una anomia social, en la que somos responsables todos los argentinos. Por supuesto, hay un avance claramente manifestado, que se va agravando, sobre una concentración única de poder como nunca se dio en la historia argentina, desde la concepción de un gobierno legítimo elegido por el pueblo. El Ejecutivo avanza sobre todos los demás poderes. Este es un hecho muy claro y contundente.

¿Hay una sociedad anestesiada como en los '90 por el crecimiento económico?

Tenemos una regresión, pasamos de ciudadanos a simples habitantes, solamente expandimos nuestra conciencia cada dos años en el acto electoral. Con el tiempo volvemos a la comodidad de ser habitantes del país. Al mismo tiempo, hay una crisis de valores, donde la sociedad que supo contener como valor central el tipo de cambio un dólar, un peso ahora tiene como eje central el voluminoso crecimiento económico.

¿La inseguridad es nuestra única bandera común de conciencia ciudadana?

La conciencia comienza siempre por un emergente, que si se transforma en emergencia se llama crisis. Tenemos síntomas: no hay un normal funcionamiento de las garantías constitucionales. Uno no tendría por qué reclamarle al Estado por su seguridad física y jurídica, ya que esto contempla la Constitución. También tenemos una acción mucho más catártica para poder sostener las garantías. Hay que recuperar la mística de volver a ser ciudadano de este país. No sólo hay que salir a la calle cuando estamos en una situación de desborde. Hay una nueva generación que no conoció esto que se decía: meterse en la política es peligroso. Tenemos que cambiar el paradigma y decirles: hoy lo más peligroso es no participar.

Hoy el modelo que se vende desde el Estado es Venezuela. ¿Qué piensa?

Los argentinos como sociedad civil tenemos mucho más margen que los venezolanos de tener una resistencia pacífica al embate que se le está haciendo a la república. Es una tendencia. Así como hace treinta años lo usual en América Latina eran los golpes militares, ahora son

dos los grandes modelos: uno en el que está claro que democracia y república son de naciones evolucionadas y otro donde se postula que democracia sola es suficiente. Esto último representa Venezuela. El populismo es el uso electoral del pueblo. Lamentablemente estamos atravesando una nueva cultura donde la macroeconomía es la que manda.

En este contexto, ¿sirvió el viaje de la primera dama, Cristina Kirchner, a Venezuela, donde se reunió con la comunidad judía para clarificar la posición del Estado nacional con respecto a Irán y su supuesta relación con el terrorismo internacional?

Sí. Dejando de lado que hay un claro posicionamiento de Cristina como candidata, ese gesto mínimamente compensó lo del acto de Chávez en Argentina. Creo que no es lo mismo la posición de ella que la del presidente sobre estos temas. Así como critico una gran cantidad de cosas con respecto a este gobierno, debo reconocer que la postura y claridad de la Justicia y el Estado argentino han planteado la responsabilidad de Irán. Fueron avances muy valiosos. Ahora bien, el

problema es que no tenemos una política internacional clara. Yo me pregunto cómo se deliberó y qué recursos hubo para el viaje de (Luis) D'Elía a Irán, que dejó pegado al gobierno. No sirve hacer una de cal y otra de arena. No es serio que amigos que no son nadie, como D'Elía, nos comprometan a todos los ciudadanos. La política internacional como la institucional están condicionadas por la economía. Estamos presos de los indicadores económicos. ¿Cuál es la diferencia de la entrega que representaba el FMI a entregarse al populismo demagógico de Chávez?

Patricia Walsh dijo que el gobierno especula electoralmente con la agenda de derechos humanos. ¿Coincide?

Por un lado hay que reconocer que hay una agenda del gobierno que vuelve a instalar el tema de los derechos humanos y que realiza acciones. Eso es legítimo y positivo. Ahora, cuando uno manipula los derechos humanos debe ser denunciado. No pueden ser de izquierda ni de derecha. No pueden ser tampoco reivindicaciones de un sector contra otro. Tampoco pueden ser solamente del pasado sino que deben discutir el presente y asegurar el futuro. Es tan importante lo que pasó en los '70 como lo que pasa en el 2007. Los derechos humanos son también la iniquidad del país. El gobierno tiene los recursos para minimizarla y, sin embargo, los utiliza para la compra de voluntades políticas.

¿Cuál es su impresión de la última arenga del presidente contra el Tribunal de Casación a raíz de la demora de los juicios a los militares?

Confirma que si la sociedad no reacciona seguirán sonando las alarmas. El presidente avanza sobre los demás poderes porque no hay ciudadanía que lo ponga en su lugar. No hay motivos para sorprenderse. No corresponde, pero es coherente con lo que venía haciendo.

¿El diálogo interreligioso que pregona viene a suplir la falta de consistencia en los partidos opositores?

Evidentemente hay una especie de natural coalición interreligiosa que se referencia en los valores republicanos y los derechos constitucionales de todos los argentinos sin distinción. Es la única red social que sigue activa desde el 2002. Nosotros no nos replegamos ante la llegada de la bonanza económica. Seguimos trabajando como masa crítica, inspirando a dirigentes políticos opositores. Por el momento, no es necesario que participemos en lo electoral. Estamos trabajando, en general, una nueva política. Vamos a apoyar a los candidatos que en el día de hoy coincidan con nuestros valores. Mi posición no es de opositor al gobierno por un motivo fundamental: el gobierno es nuestro, no de Kirchner. Lo que pasa es que cuando decimos cosas que no comparten en el oficialismo, inmediatamente nos califican de opositores dañinos.

¿Quiénes son los candidatos que pregonan estos valores que defienden? Se lo ve muy cerca de "Lilita" Carrió, Juan Carlos Blumberg y también de Jorge Telerman.

En el caso del ingeniero Blumberg, él todavía no decidió si va a ser candidato. Particularmente le he expresado mi preocupación de que sea cuidadoso y no pierda su prestigio por lanzarse a la arena electoral. Con respecto a Carrió, tenemos coincidencias en el armado de una oposición cívica y en el apoyo interreligioso para mejorar la calidad de las instituciones, pero es ella la que define su estrategia electoral. A Telerman lo vamos a acompañar en la ciudad de Buenos Aires porque su gestión ha involucrado los conceptos que nosotros sostenemos. El concepto de política cívica pasa por no comprometerse con las viejas estructuras sino seguir las conductas coherentes. Es hora de que en la sociedad civil dejemos de quedarnos del otro lado de la vereda y participemos.

 

Carismático y comprometido

Un joven comprometido con la búsqueda de la verdad. Sergio Bergman, con 44 años, es licenciado en Farmacia y Bioquímica y realizó un máster en Filosofía Judía y Educación en la Universidad de Jerusalén. Actualmente se desempeña como rabino de la comunidad Emanu-El. Aunque pequeña, es la primera sinagoga reformista de la Argentina. Asimismo, Bergman es director del Instituto Arlene Fern y fue vocero de la agrupación Memoria Activa la más radical de la comunidad judía hasta que algunas diferencias lo alejaron.

Se destaca por su carisma, su trabajo social, sus razonamientos y oratoria que despertó ovaciones en varios actos de la comunidad y uno de los organizados por el ingeniero Blumberg. En el seminario rabínico fue alumno de Daniel Goldman, que está al frente de Bet-El, la mayor comunidad liberal de América Latina.

 

 

HORACIO CARIDE

Agencia Buenos Aires

 
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