Mientras en Buenos Aires, Diego Armando Maradona sigue internado, muchos italianos fueron a verlo en mejor estado, aunque ficticio, al cine. Pero la película de Marco Risi, "La mano de Dios", que se estrenó el viernes pasado, no dejó muy contentos a los fanáticos del jugador. Y mucho menos a los napolitanos, que vieron sus mejores hazañas en la cancha en la década del ochenta.

Unos pocos aplausos de parte de una sala medio vacía fue la reacción del público en la primera proyección vespertina en un multicine napolitano. El público de Nápoles, en cuyo equipo jugó "el pibe de oro" entre 1984 y 1991, se mostró en parte desilusionado porque esperaba que el film, del que se han distribuido 130 copias en todo el país, recogiese con más detalles el paso de Maradona en el equipo partenopeo.

Algunos jóvenes, que nacieron cuando ya Maradona se había ido de Nápoles pero que escucharon hablar a sus padres de las hazañas del argentino, se declararon emocionados con "la historia de este muchacho que nació pobre y se hizo esclavo de la droga y que a pesar del amor de la hinchada nunca fue muy feliz". Para Gemma Auricchio, maestra de escuela e hincha apasionada "es injusto que no se haya contado la historia de Cristiana Sinagra y de su hijo natural. Eso es parte de su vida, ¿como se puede ignorarla?", dijo. Otro de los espectadores, Sandro Penne, lamentó la ausencia de una referencia a la relación de Maradona con el entonces presidente del Nápoles, Ferlaino y de la "amistad" que reinaba con sus compañeros.

La vida de Diego, siempre compleja, suma ahora polémica en el cine