Una tranquila noche en el ciber, tan tranquila que daba para que dos amigos charlaran de bueyes perdidos, se transformó de pronto en un infierno.
Era la 1.10 de la mañana en la esquina de Alsina y Tres de Febrero, en Roca. Un sólo cliente se entretenía con una "compu". En un abrir y cerrar de ojos, dos chicos a cara descubierta y pistola en mano irrumpieron a los gritos. "¡Dame todo, dame todo o te quemo. Tirate al piso!", bramó uno de ellos. "¡No tiren, no tiren!", les rogaron. En un enérgico ademán, el más audaz le pega un culatazo al encargado y lo empuja por la espalda hacia el piso.
Y sonó un disparo. El asaltado, completamente inmóvil y ensangrentado.
Su amigo, creyéndolo muerto, se enceguece de ira. Toda silla y objeto a su alcance los tira contra el agresor, hasta que no encuentra qué más arrojarle. Para defenderse, el ladrón amaga con gatillar y gatillar. Finalmente, el amigo del encargado corre a refugiarse en el baño.
¿Disparó el tiro adrede o se le escapó? Es aún una incógnita. De milagro, el encargado sólo recibió un rasguño de bala. En realidad lo supo luego, cuando todo pasó. Con semejante complicación en el asalto, los chicos armados -que no tendrían más de 15 o 16 años- se llevaron la recaudación de la caja (cuyo monto no se precisó) y uno o un par de celulares. Luego se perdieron en las solitarias calles de Roca. Al cierre de esta edición no habían podido dar con ellos.
¿El cliente? Asustado, como todos, fue testigo de esta pesadilla.