Una es alta y musculosa y la otra es baja y liviana. Una basa su éxito en la fuerza y la otra en la habilidad. Una tiene la piel de color negro ébano y la otra de blanco pálido: la final de hoy en el MS de Miami encontrará a Serena Williams y Justine Henin como protagonistas exclusivas.
Ambas dominaron el circuito con autoridad hace unos años y tras numerosos problemas físicos están en el camino de recuperarlo. La batalla de esta tarde es el mejor choque que el tenis femenino puede ofrecer actualmente: Serena Williams ganó el Abierto de Australia, el único Grand Slam disputado hasta ahora en 2007 y en el que estuvo ausente Henin, la número uno del mundo, a causa de su divorcio.
Hay otro condimento que hace especial este choque, y es que sus caminos no se cruzan desde las semifinales de Wimbledon 2003. Aquella vez ganó la estadounidense y fue la quinta victoria en las ocho ocasiones en que se midieron en total. El lado negativo del atractivo enfrentamiento tiene que ver con los problemas físicas que ambas dicen padecer. Serena Williams, quien obtuvo el título de Miami en tres oportunidades, se queja por un dolor en su rodilla izquierda; la belga toma medicinas para paliar las dificultades respiratorias que le originan varias alergias.
Serena llegó a la finalísima de hoy luego de vencer, el jueves, a la israelí Shahar Peer por 7-6 (7/4), 6-1.
Antes, en horas del mediodía, la número uno del tenis femenino superó a la rusa Anna Chakvetadze (Nº9) por 6-2, 6-3.
Ellas, caras de una misma moneda (la del talento al servicio de tenis), saldrán a escena para enfrentarse después de más de tres años. ¿Qué sucederá? Todo es posible en la final femenina de los contrastes.