"En teatro, en lo único que creo, es en el libro," abre Carlos Calvo sin rodeos el diálogo con "Río Negro", poco antes de viajar a Río Negro y Neuquén para presentar, junto a su amigo Pablo Rago, la clásica obra "Extraña pareja". Se ve tranquilo. Atardece en Buenos Aires y la casa está en silencio. "Puede venir el mejor actor del mundo, como (Al) Pacino y la expectativa puede ser grande, pero si no se responde con un guión, con una estructura dramática o de comedia de verdad, resulta un chasco grande", dice él.
- ¿Cuánto influye el director?
-Es fundamental para ordenarte. (Agustín) Alesso siempre decía que talento es encontrar el camino. Y yo recuerdo sus palabras... Estudié cuatro años con él y siempre ponía el acento en esa idea.
- ¿Es también un apoyo emocional?
-Si un director no contiene al actor, vas muerto. El genera el clima que vas a tener ensayando, en el escenario. En los ensayos empezás a vivir lo que vas a transmitir luego. Es clave. La puesta puede atentar directamente contra el libro, y eso no es la primera vez que pasa..."
- ¿Cuánto aporta la historia personal?
-Mi vida es una antes y otra luego de mi accidente. Construyo sobre la misma base, pero sé hasta dónde puedo en determinadas situaciones. El cuerpo tiene otra respuesta, voy adaptándome a lo que él me va dejando hacer. Por supuesto, me juego como si no me hubiera pasado nada, porque si no me limito de entrada. Trabajo libre, luego me adapto si el cuerpo no me da.
-Acaba de aparecer la palabra juego.
-Es que si no jugás, si no te divertís, dedicate a otra cosa. Sencillamente. Para mí es esencial jugar, divertirme con lo que hago. Para sufrir ya tengo bastante en la vida, como para no disfrutar cuando elijo algo en esta profesión. Por suerte pude optar por una carrera que me
gusta, puedo ir al frente y desarrollé los objetivos que tuve y pude cumplir. A partir de divertirme, fui construyendo y creciendo. El placer que me provoca actuar es mucho mayor en los últimos diez años. Después del accidente, me encontré tocando fondo; tuve fantasías y creí que nunca más trabajaría como actor. Estar hoy sobre el escenario me da el doble de placer. Empecé a sufrir mucho pensando que no iba a pisarlo más y que mi fantasía podía hacerse realidad. Cuando volví a ejecutar, mi vida tornó a ser plena.
- Ejecutar, como si tu cuerpo fuera un instrumento...
-Mi cuerpo lo es y debo tenerlo en acción constantemente para sentir que estoy vivo. Ser actor es sentir eso. Voy transmitiendo vidas en diversas situaciones, con diferentes características y distintas acciones."
- ¿Cuánto contribuye la ya larga relación con Rago?
'Aprovechamos el vínculo que tenemos desde hace tantos años. Vimos que estaba intacto. Siempre jodíamos con eso y lo comprobamos con "Extraña pareja", una obra que nos permite pasar por sensaciones alejadas de Carlín y Pablito. Porque ya no somos eso. Volver a encontrar aquella misma química con otros personajes, fue una alegría todo el tiempo."
- Tal vez, lo interesante fue constatar cuánto han crecido ambos como personas y como actores...
-Yo le decía, hay algo que tenemos a favor Pablo, somos padres los dos. Es otra la sensibilidad cuando la responsabilidad es otra, que no cubríamos por aquel entonces, en los noventa. Con la vivencia de tener alguien que vas a querer y te va a querer siempre, todo cobra otra dimensión...
EDUARDO ROUILLET
