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Martes 27 de Marzo de 2007
 
Edicion impresa pag. 20 y 21 >
En EE.UU. no juegan bien al fútbol, pero...

Se le pueden reprochar muchas cosas a Estados Unidos: su vocación imperial, la agresividad de su política exterior, su anacrónico bloqueo a Cuba, su participación en el conflicto de Malvinas, su abierto intervencionismo militar en Medio Oriente, su poco compromiso con los países emergentes y no desarrollados y su escasa ocupación por los problemas ambientales. Pero convencido de que siempre se aprende, incluso de aquellos a quienes podemos criticar, y que dicho aprendizaje puede ser útil a nuestra patria, hay que reconocerle algunos méritos, en especial la solidez de sus instituciones, la continuidad imperturbable de sus ciclos constitucionales, políticos y electorales, la alternancia en el poder sea en el gobierno federal, las gobernaciones o el Congreso de los dos grandes partidos políticos del país, la vigencia irrestricta de derechos y garantías individuales y del principio democrático de la soberanía popular expresada a través del voto.

En Estados Unidos se vota con regularidad el primer martes de noviembre. Desde 1845, la elección presidencial estadounidense se ha realizado el martes que sigue al primer lunes de noviembre, de acuerdo con lo que acordó el Congreso de aquella época. Esa fecha surgió de distintas conclusiones sobre cuál era el momento más pertinente para la movilización del pueblo norteamericano. Así las cosas, los legisladores pensaron en una fecha previa al invierno, de manera que la nieve no impidiese a los electores acercarse a las urnas. Una fecha anterior a noviembre, en cambio, hubiese interferido con la agricultura, que era la actividad económica esencial de la época. En cuanto al día, el lunes y el viernes fueron descartados por tratarse del primero y último día de la semana laboral. El fin de semana fue considerado impracticable, especialmente el domingo, por estar dedicado a la Iglesia. Dicen que el jueves era "políticamente incorrecto" porque ése era el día en que se celebraban las elecciones en Gran Bretaña, el antiguo poder colonial. Las opciones eran entonces martes o miércoles. De todas esas consideraciones, el Congreso decidió llevar a cabo las elecciones el martes después del primer lunes de noviembre, estableciendo una tradición que se ha mantenido hasta ahora. Antes de 1845, las elecciones se realizaban en la primera semana de diciembre. Estos pequeños consensos básicos, sumados a políticas de Estado más inalterables aún, siguen sosteniendo la fuerza y la continuidad de una democracia y de un sistema republicano que tiene en el primer martes de noviembre su "election day", su día de elecciones.

 

Los argentinos jugamos bien al fútbol... hasta con las manos

 

Los argentinos tenemos muchas cosas para sentirnos orgullosos, pero también muchas para cuestionarnos. Entre aquellas a modificar, consideremos la calidad de nuestras instituciones, que no sólo no están a la altura de dar respuestas a los problemas de la sociedad sino que también flaquean a la hora de canalizarlos pacífica y racionalmente.

En una sociedad organizada, las instituciones son el conjunto de reglas que la sociedad se da a sí misma para su funcionamiento. Por lo tanto, la crisis de las instituciones responde al poco respeto profesado a las reglas o a una variante más refinada, que es la de modificar las reglas existentes a nuestra conveniencia.

Una clara demostración de nuestra anomia cultural más refinada es el reciente cambio en la fecha de las elecciones propuesto por el partido gobernante en la provincia. No puntualizo el problema en el MPN, dado que muchos gobernantes se han sentido seducidos por esta práctica. Ahora, ¿cuál es el fundamento de cambiar la fecha de las elecciones? Está claro que es la conveniencia. Ahora bien, ¿cuál es la conveniencia electoral que se puede obtener por cuestión de días? El gobierno pretende cruzar la fecha de las elecciones con el máximo punto de popularidad de sus candidatos o el punto máximo de debilidad de sus adversarios. Esta estrategia surge de un claro diagnóstico: los candidatos vacíos de contenido, ideas y programas no pueden sostenerse en el tiempo y por lo tanto se debe recurrir a estas artimañas a los efectos de potenciar sus candidaturas. Parecería ser que los candidatos son sólo el resultado de su carisma y de su popularidad. En los países serios, son las ideas, los programas, los que otorgan a los candidatos su fortaleza, por lo que las bases de sus candidaturas resultan más sólidas a través del tiempo. En definitiva, son las ideas y los programas las que gobiernan y no sus sonrisas, sus dentaduras o sus flequillos. Por lo tanto la fecha de las elecciones es una cuestión absolutamente menor. Otra cosa que parece pasar inadvertida es el poco apego de los candidatos a debatir. En otros países, es obligatoria la confrontación de ideas entre candidatos y se considera un insulto absolutamente descalificador hacia el electorado negarse a dicho compromiso. Las consecuencias de estas diferencias están a la vista.

Recuerdo una charla que tuve con un estudiante que participó en un concurso organizado por Recrear Neuquén, donde se consultaba acerca de las causas del progreso de un país. El me explicaba el porqué de su inscripción en el concurso así: "Mi profesora de Historia siempre decía que la crisis de Argentina era la consecuencia de una confabulación internacional llevada a cabo por el FMI, el G 7, el imperio, las petroleras, etc., etc. Eso jamás me convenció y por eso me obligué a través del concurso a estudiar el problema". Gracias a dicha competencia, Pablo y otros estudiantes neuquinos entendieron que el problema de la Argentina está en nosotros y no en los demás. El problema está en nuestra costumbre infinita de vivir sin reglas o de cambiarlas permanentemente a nuestra conveniencia, aun a sabiendas de que dicha conducta nos perjudica en lo colectivo y nos degrada como sociedad, por lo que tarde o temprano también nos perjudicará en lo individual.

En algún momento debemos incorporar que sin reglas siempre gana el más fuerte, el más poderoso, el más influyente y no quien debe ganar en base a la razón, a la capacidad, al talento y al esfuerzo.

Debemos convencernos de que las reglas nos protegen, nos dan posibilidades, nos permiten disfrutar del logro de nuestros esfuerzos, nos igualan. Las reglas nos dan la entidad y la confianza necesarias para crecer tanto en lo individual como en lo colectivo. Esto fue, es y será así, aquí y en el resto del mundo, por más que mis amigos me griten al oído el gol de Ortega con la mano, pretendiendo convencerme de que fue como la mano de Dios cuando fue el brazo de un entrañable burrito.

MARCELO BERMUDEZ (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Concejal de la ciudad de Neuquén, Bloque Recrear.

 
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