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Martes 27 de Marzo de 2007
 
Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
Una escuela para payasos
En El Lugar, de Neuquén, se dictarán seminarios sobre clown
Maite y Mauricio, una larga trayectoria en el arte del clown.
Maite y Mauricio, una larga trayectoria en el arte del clown.
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NEUQUEN (AN).- "Todos llevamos un payaso dentro, sólo hay que dejarlo salir", dicen los que saben. El clown es un soñador, un apasionado de la vida. Siempre está dispuesto, quiere ser el centro de atención. El clown se muestra tal cual y el juego y el error son su materia prima.

Para quienes quieran transitar esa maravillosa experiencia conocer y relacionarse con su payaso interior, se encuentra abierta la inscripción para la primera Escuela Payasa de Neuquén. Allí los artistas Maite Aranzábal y Mauricio Jorquera dictarán un seminario intenso de clown, que se estructurará en cuatro módulos a dictarse en marzo, abril, mayo y junio. Las clases se realizarán todos los viernes desde las 19 a las 23 y los sábados y domingos de 14 a 18, en la sala El Lugar, ubicada en Villegas 96.

La payasa Maite, dialogó con "Río Negro", y reveló un poco el misterioso mundo del payaso.

-¿Cuáles son los objetivos de la Escuela Payasa?

Pretende realizar un proceso de aprendizaje que va desde el juego, pasando por la mirada, por la palabra del clown y finaliza con el conocimiento de la personalidad del clown que va emergiendo de cada uno de los participantes.

-¿Cuáles son las técnicas y actitudes que hay que aprender para ser un clown?

-Lo primero es recordar la libertad que teníamos cuando jugábamos cuando niños, esa es la primera puerta. Hay que liberar las inhibiciones que nos da la vida de adultos. Más que un aprender, es un desempolvar, un recordar. Todo el material para ser un clown uno ya lo tiene. De hecho, muchas veces uno se sorprende riéndose de sí mismo, porque se descubre en actitudes payacescas y desde una actitud de ternura hacia uno mismo uno se ríe. Luego hay que abrir la mirada hacia ese otro que es el público, y aprender a ser absolutamente simpático en transmitir las propias experiencias al público. El clown es transparente, entra en estado de empatía total con el público a partir de que no simula sus estados anímicos, sino que los muestras. Posteriormente, hay que entrenar en el pasaje de un estado a otro y desarrollar el poder de síntesis, una síntesis parecida a la historieta. Eso del hace del clown un eterno niño.

 
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