BUSCAR       RIO NEGRO    WEB     
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
 
Viernes 23 de Marzo de 2007
 
Edicion impresa pag. 20 y 21 >
Caballo fuerte, caballo débil

A cuatro años de la invasión que puso fin al régimen sanguinario de Saddam Hussein, buena parte del mundo coincide en que al emprenderla los norteamericanos y británicos cometieron un error estratégico garrafal, cuando no un crimen monstruoso, porque además de no encontrar las armas de destrucción masiva que en opinión de todos los servicios de inteligencia, entre ellos el francés, aún tenía el dictador, han fracasado en sus intentos de pacificar Irak. Tal consenso, que está compartido por la mayoría de los personajes más destacados del Partido Demócrata estadounidense, nos dice mucho acerca del estado de ánimo actual de las elites occidentales cuyo compromiso con la no intervención tiene más que ver con su propia negativa a asumir responsabilidades en lugares conflictivos, que con la solidaridad con los iraquíes que, no lo olvidemos, durante décadas fueron oprimidos por Saddam con una brutalidad digna de Stalin o Hitler.

Siempre fue previsible que la caída del régimen se vería seguida por mucha violencia, puesto que antes de irrumpir las fuerzas anglosajonas Saddam liberó a todos los presos comunes ¿cómo sería la Argentina si de un día para otro se vaciaran las cárceles? y los norteamericanos agravaron el problema disolviendo el ejército iraquí, pero los blancos principales de los "insurgentes" no son los soldados de la coalición, sino civiles indefensos. Aunque con frecuencia los miembros de la coalición son atacados, parecería que fuera de Bagdad corren menos riesgos que sus equivalentes de países como Colombia. Por cierto, el que luego de cuatro años hayan muerto menos de 3.500 militares norteamericanos, incluyendo a los que perdieron la vida en la guerra misma, hace pensar que conforme a todas las pautas históricas la ocupación no ha sido un desastre sin precedentes desde el punto de vista de la potencia invasora.

Tampoco lo ha sido desde aquél de los yihadistas. Han sabido anotarse muchos triunfos propagandísticos, de los que el más valioso es que ahora no sólo sus simpatizantes tienen motivos de sobra para creer que Estados Unidos, y por lo tanto el Occidente en su conjunto, es en el fondo un enemigo fofo y asustadizo que a pesar de su inmenso poder de fuego no es capaz de hacerles frente durante mucho tiempo. A sabiendas de que enfrentarse directamente con los norteamericanos les sería suicida, los yihadistas han inventado una táctica novedosa que consiste en cometer atrocidades contra sus propios correligionarios, sin preocuparse demasiado si son de su propia secta musulmana o de otra, con el propósito de horrorizar tanto a la opinión pública occidental que al final el gobierno estadounidense termine ordenando la retirada. Puesto que cada masacre de sunnitas o chiítas es considerada una derrota norteamericana, es innegable que, por paradójico que parezca, dicha táctica funciona muy bien. Si el único objetivo fuera apurar el repliegue de los occidentales, los nacionalistas o islamistas podrían alcanzarlo sin matar a nadie ya que después de algunos meses de tranquilidad las tropas extranjeras se irían, pero sucede que lo que quieren tanto los sunnitas de Al-Qaeda como los chiítas de las milicias vinculadas con Irán es humillar al Gran Satanás y de este modo convencer a todos los musulmanes de que a la larga pueden ganar la guerra santa que han desatado.

¿Sería mejor la situación estratégica actual si Estados Unidos se hubiera limitado a invadir Afganistán, optando por convivir con Saddam o, como hubieran querido algunos, tratarlo como un dictador amigo? Aunque hoy en día la mayoría diría que sí, sería mucho mejor, la verdad es que no hay forma de saberlo. Si a pesar de las sanciones cada vez menos eficaces de la "comunidad internacional" y la hostilidad de Estados Unidos, Saddam hubiera logrado mantenerse en el poder, no hubiera sido nada fácil impedirle reanudar sus esfuerzos armamentistas, además de continuar torturando y asesinando a todos aquellos que manifestaran señales de disconformidad con su régimen sin que los medios de difusión internacionales le prestaran atención porque, al fin y al cabo, en el Tercer Mundo es normal que los gobernantes actúen de tal modo. Asimismo, por haber desafiado con éxito a "los cruzados" occidentales, hubiera contribuido a difundir la sensación de que en realidad éstos son mucho más débiles de lo que parecen, detalle éste que es de suma importancia para el futuro de nuestro mundo.

Dijo una vez Osama ben Laden que si alguien tiene que elegir entre un caballo fuerte u otro débil, optará por el primero. Pues bien, en la gran batalla por el mundo musulmán que ya incluye a zonas extensas de todas las ciudades europeas, crece el número de quienes están convencidos de que el caballo islamista es el más fuerte porque, a diferencia del "moderado" y del occidental, no vacila ante nada y no teme morir. Tal impresión está reforzada todos los días por los occidentales mismos. Habituados como están a partir de la Segunda Guerra Mundial a vivir en paz un privilegio sin precedentes que, si bien no quieren reconocerlo, debieron al poder militar estadounidense, se resisten a pensar en la posibilidad de que como todos sus antepasados tendrán que hacer frente a enemigos resueltos a destruirlos, razón por la cual han logrado persuadirse de que no hay disputa que no pueda resolverse mediante negociaciones diplomáticas y concesiones mutuas. Por desgracia, hasta ahora éste no ha sido el caso y a menos que el género humano experimente una harto improbable mutación genética no lo será nunca. A veces, las exigencias son tales que satisfacerlas equivale a resignarse a la esclavitud.

Es evidente que la tentación de abandonar a los iraquíes a su suerte es muy grande, sobre todo en Estados Unidos donde por la naturaleza antinómica de la democracia la oposición al presidente George W. Bush se ha movilizado en favor de una pronta retirada y aprovecha cualquier argumento que a su entender le sirve para convencer a la ciudadanía de que no hay otra alternativa. Parecería que no le importa mucho el que el gobierno iraquí, el más representativo de todos los árabes, quisiera contar con la presencia de las fuerzas armadas norteamericanas porque su propio ejército y la policía aún no están en condiciones de derrotar a los "insurgentes" sunnitas, las milicias chiítas y los yihadistas extranjeros que son responsables de la mayoría de los atentados suicidas. Sólo piensa en asestar un golpe a Bush y en distanciarse lo antes posible de una situación que le parece singularmente atroz, aunque no es peor que las enfrentadas por otros en Chechenia, el Sudán, partes de Pakistán y el Congo, y que podría darse en breve en Somalia y Sri Lanka. La diferencia, claro está, es que mientras que en Irak Estados Unidos está involucrado, en los demás lugares en que se celebran conflictos étnicos, ideológicos y religiosos feroces no interviene la superpotencia, de suerte que muy pocos soñarían con protestar por los métodos bárbaros empleados por los combatientes.

El no intervencionismo sería un ideal noble si fuera compatible con la solidaridad activa con los oprimidos, como las víctimas negras del genocidio que está llevándose a cabo en la región sudanesa de Darfur y, de más está decirlo, como millones de musulmanes que malviven bajo tiranías despiadadas, pero no lo es. Aunque por razones prácticas es claramente imposible que la "comunidad internacional", liderada forzosamente por Estados Unidos, intervenga en todas partes, aún hay muchas en que podría hacerlo sin exponerse a riesgos excesivos. Pero no actuará aun cuando sean mínimos. Si la invasión de Irak y la posguerra mejor dicho, la manera en que se las ha interpretado nos han enseñado algo, esto es que los pueblos occidentales decidieron dar la espalda a quienes en el Medio Oriente, en Africa y en Asia suplicarían su ayuda si creyeran que podrían conseguirla. Se trata de una actitud miope: mal que les pese, los peligros que quieren mantener bien alejados los han seguido a sus propios países y quienes los encarnan no se sienten del todo impresionados por la voluntad de sus anfitriones de vivir en paz.

 

JAMES NEILSON

 
haga su comentario otros comentarios
 
 
sus comentarios
23/03/2007, 14:30:59

Los comentarios que aparecen a continuación son vertidos por nuestros lectores y no reflejan la opinión de la Editorial Río Negro S.A. Los comentarios se publican sin editarlos y sin corregirlos.
nos dejo su opinion

sergio cabezas
Parece que el columnista ha montado el caballo republicano. Su elección supone un coraje similar al que Blair le adjudica a Tatcher por su intervención en Malvinas. Pienso que no es posible redimir a los asesinos internacionales -monten cualquier caballo- argumentando solidaridad con los "oprimidos"para convencer a la ciudadanía de que no hay otra alternativa. Que luego de cuatro años hayan muerto menos de 3.500 militares norteamericanos hace pensar que la ocupación no ha sido un desastre, escribe textualmente. Si este comentario no refleja el sentido de la nota, pensemos en todas las vidas iraquíes que se sumaron.
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006