Jueves 22 de Marzo de 2007 Edicion impresa pag. 52 > Sociedad
No apto para personas con vértigo
Es una pasarela de vidrio, ubicada a 1.200 metros de altura para ver el Gran Cañón.

RESERVA HUALAPAI, EE. UU. (DPA).- No parece un paseo apto para personas con vértigo. Caminar a 1.200 metros de altura, para ver el Gran Cañón del Colorado puede ser la mejor o peor experiencia. Eso depende del turista. Pero ahora es posible. Desde anteayer existe una pasarela de cristal llamada "Skywalk", ubicada en esa magnifica vista de los Estados Unidos, que inaugurará oficialmente el próximo 28 y cobrará 25 dólares por el paseo.

El ex astronauta Buzz Aldrin, en 1969 el segundo hombre en pisar la Luna, fue uno de los primeros que se atrevieron a caminar sobre el balcón en forma de herradura que avanza unos 21 metros sobre el famoso desfiladero. "Fue una sensación maravillosa", comentó Aldrin, de 77 años, tras su "paseo por los cielos" (skywalk) con los ancianos de la tribu de los indios hualapai, a los que pertenece una gran parte del Gran Cañón en el estado norteamericano de Arizona. Eso sí. No es comparable con un paseo por el espacio, aseguró Aldrin. "Porque aquí uno camina sobre un cristal firme y muy estable". Un débil consuelo para los visitantes con vértigo, como Elisabeth Hurtado, de Las Vegas, ubicada a 200 kilómetros. "Mi corazón latía a toda velocidad cuando estaba sobre el abismo, oía crujir el cristal y luego sentí un pequeño movimiento", dijo a dpa.

Los más valientes se inclinaron por encima de la barandilla de cristal de 1,50 metros de altura. Otros estamparon su rostro contra el suelo de cristal, de siete centímetros de grosor. En la profundidad, el río Colorado serpentea verde por el desfiladero, junto a las rojas y empinadas paredes de roca, cuatro veces más altas que la Torre Eiffel de París.

La pasarela tiene tres metros de ancho y mide 45 metros de un extremo a otro. Sólo el vidrio pesa 28 toneladas, y es sostenido por una estructura de acero pintada de color melocotón.

La construcción en su totalidad pesa 480 toneladas y está bien afianzada con gruesos soportes que se meten varios metros en las rocas. Dicen que puede soportar vientos de hasta 160 kilómetros por hora y terremotos de hasta ocho grados.

Los ingenieros aseguran: "Este balcón soporta a 822 personas que pesen 90 kilos cada una". Claro que nunca se llegará a esa situación, porque las reglas son muy estrictas. A lo sumo puede haber 120 personas sobre la plataforma al mismo tiempo. Y sin cámaras ni bolsos ni tacones. Ningún objeto debe volar por encima de la barandilla ni provocar daños.

La india hualapai Silvia Querta, una de las 2.700 que viven en la reserva indígena, se mostró encantada tras la primera visita: "Toda mi vida anduve junto al borde del Gran Cañón. Incluso muchas veces estuve abajo en el valle, pero ahora es la primera vez que recorro el desfiladero desde el aire".

Pero muchos otros indígenas no comparten su entusiasmo. "Este es nuestro suelo sagrado, donde nacieron nuestros antepasados, el que respetamos y debemos proteger", opina Nettie Pausky.

El jefe de la tribu, Charlie Vaughn, en cambio, siempre se mostró a favor de la construcción. "El futuro de nuestros hijos importa más que el deseo de proteger nuestro pasado".

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