Es una obviedad, pero convincente y valedera: a los pioneros de una comarca no se los debe medir por su origen social, ni por ningún otro. Para la historia regional del lago Nahuel Huapi, por ejemplo, merecen atención tanto Aarón Anchorena, el aristocrático adjudicatario de la Isla Victoria, como los familia Güenul (Pedro Nolasco y Bernardino, los más notorios de esa familia, con huerta isleña), antiguos habitantes aborígenes de esa otra ínsula del mismo espejo lacustre, casi olvidada por encimársele, medio siglo atrás, el descabellado proyecto Huemul en busca de energía nuclear.

Para la historia de Bariloche y alrededores, suele dejarse en el olvido a pioneros que no tuvieron la suerte de ser rescatado en un censo o que la prosperidad los hiciera trascendentes.

Fue famoso el almacén del estanciero texano Jarred A. Jones en las nacientes del Limay, pero nada, que se sepa, se ha dicho del boliche de Harris junto al arroyo Ñirihuau, surgido a fines del siglo XIX cerca de su orilla izquierda, cerca del lago. Proveía la familia de José Tauschek, el primer colono granjero del

lago Nahuel Huapi (1892) y al reducido personal del destacamento militar del 3º de caballería en lo que hoy es Dina Huapi.

La ubicación exacta de ese parador de tropas, y estratégico para todo viajero, figura en un mapa de principios de siglo publicado en esta página del domingo 21 de enero pasado, con indicadores puntuales y el "Antiguo almacén de Harris".

De Enrique Harris, un muy joven argentino que se había instalado en la región con su hermano mayor, Jorge (dos años más), de ocupación ganadera. Jorge terminó instalándose en Fitagüahu, mientras que Enrique quedó en Ñirihuau a los de 21 años (1895). Dos años más tarde conoció a la chiquilina chilena Honorina Orengo quien quedó embarazada en el crudo invierno de 1898. En el acta número 3 de nacimientos de 1899, suscripta por Luis Pefaure el 18 de marzo de ese año, Enrique Harris, entonces "de 25 años, argentino, soltero, hacendado, domiciliado en el arroyo Ñirigüahu..." (sic) denuncia el nacimiento de Valentina Orengo "hija natural de Honorina..." entonces de 18 años. Los testigos fueron Facundo Alvarado, afincado a orillas del lago y uno de los hermanos franceses Garay Pedro que vivían junto al río Limay. Años después Jorge Harris es testigo a los 31 años, soltero, domiciliado en Fitagüau en el acta de defunción del 13/8/1903 que denuncia el chileno José Luis Inalef por la muerte su hijita Clarisa, de apenas 20 días y fallecida en península Huemul de pulmonía.

Félix y afortunado

La vinculación patagónica de Anchorena es muy amplia. Va más allá de la posesión de la

Isla Victoria. Fue empecinado navegante a vela del Nahuel Huapi, integró las comisiones fundacionales de Parques Nacionales y su directorio en 1935/36; compró con sus sobrinos la estancia Huemul en la orilla norte del lago, y tuvo participación en el primer vuelo a Bariloche cuando George Newbery, el estanciero de la región tuvo urgencia de llegar por enfermedad de un hijo. Anchorena, fundó el Aero Club Argentino (13/1/1908) apenas volvió de su proeza del cruce con el globo El Pampero, y se le otorgó primer brevet del país (el 17/7/1910). Cofundó el 10/7/1919 la compañía aérea River Plate Aviation Co., que en lo técnico dirigió el mayor de la RAF Shirley H. Kingsley, con quien voló numerosas veces a su estancia uruguaya. En 1920 intervino en la fusión de la Compañía Franco Argentina de Transportes Aéreos con la River Plate Aviation Co.

Fue el mayor Kingsley quien el 26 de octubre de 1921 piloteó un avión Airco de 375 HP partió desde San Isidro con el dentista y estanciero George Newbery (y el periodista de "La Nación" Guillermo Estrella). Tras hacer noche en Bahía Blanca y breve escala en Río Colorado, el jueves 27, aterrizó junto al lago al atardecer.

Había pasado un cuarto de siglo de aquella expedición y cacería por la Patagonia de Anchorena en el verano de 1902, la mayor aventura de ese joven millonario, por lo menos hasta que casi seis años después consumó el primer cruce aéreo del río de la Plata (el 25/12/1907). El año anterior, a los 29 años, se había casado con Zelmira, hija de José C. Paz, fundador de La Prensa, quien, como San Martín, murió en Boulogne Sur Mer, pero el 2/10/1912. Aquella aventura terminó con el descenso en campos cercanos a Conchillas y a la Barra de Maldonado uruguaya, propiedad de Tomas Bell, miembro de la familia de terrate

nientes de Chascomús, que reposa en su cementerio de disidentes desde el 10 de febrero de 1913.

El enamoramiento que esa ondulada pradera uruguaya provocó en el joven Aarón sirvió para que su madre, Mercedes Castellanos, le regalara en esa comarca una estancia de más de 11 mil hectáreas que en parte Anchorena legó al morir en 1965 al Estado uruguayo (reciente sede del encuentro Tabaré Váquez-G. Bush). Ese atractivo oriental no impidió su pasión por el Nahuel Huapi y la Isla Victoria. Recordaba el yate del inglés Wilford que embicó en la costa de puerto Anchorena y fue desde 1906, por varias décadas el muelle de la isla.

A bordo del Chubut

Cuando Ezequiel Bustillo, al frente de Parques Nacionales y ya iniciadas las grandes obras de la reserva de Nahuel Huapi, quería consultar a Aarón, discaba el teléfono de horquilla lateral al 41-6550. Atendía Aarón casi septuagenario o su esposa Zelmira Paz, aunque estaban en su nuevo palacete de la avenida Alvear 1711 (en 1936 el gobierno había comprado el palacio Anchorena para la Chancillería). Si Aarón estaba en la Barra de San Juan, Bustillo pedía una radiocomunicación al Uruguay para dar con el teléfono San Pedro 19. Anchorena atendía el requerimiento y aportaba su opinión. Para mediados de esa década, sin era necesario trepaba a un Junker de la Aeroposta y volvía al lago entrañable. Recordaba su expedición, la navegación en el vapor Chubut desde la dársena Sur el 15 de diciembre de 1901 y la escala en Bahía Blanca.

Allí el joven Aarón anotó que "el pueblo... da un testimonio elocuente de adelanto y prosperidad". Y que a una hora de tren "de la ciudad" (se corrige) visitaron el Puerto Militar "guiados por el ingeniero Luiggi" (Luis) que los paseó por el dique de carena y las baterías de la costa.

El Chubut levó anclas el 18 y frente al golfo de San Matías se desencadenó una gran tormenta con el consecuente malestar de los pasajeros. Desolado y triste le resultó el avistamiento de la península Valdez. Y cuando doblaron en Punta Delgada y entraron en el "imponente" Golfo Nuevo fondearon en Puerto Pirámides para cazar lobos marinos. Recién a la noche entraron en Puerto Madryn.

Desembarcó con sus amigos Llavallol y Lamarca, su equipo de ayudantes, y cuatro perros (ver recuadro). Tomaron esa misma noche el tren a Trelew y en los días siguientes se dedicó a conseguir caballadas, recorrer la colonia galesa, contratar un guía experto y conseguir una custodia militar.

(Continuará)

FRANCISCO N. JUAREZ

fnjuarez@sion.com