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Domingo 18 de Marzo de 2007
 
Edicion impresa pag. 22 >
Un sueño difícil

 

Luego de que Macri se bajara de la carrera nacional para contentarse con la puja por el gobierno de la ciudad, Sobisch ha quedado bastante más mal parado que antes de cara a sus aspiraciones presidenciales. El gobernador se cansó de repetir que él y Macri eran pares y que el tema de la candidatura presidencial lo iban a dirimir cuando llegara el momento. Pero lejos de comportarse como su "socio", desde que lanzó su candidatura porteña el líder de Pro se ha dedicado a relativizar las posibilidades del neuquino incluyéndolo en un lote de aspirantes en el que también están Lavagna, López Murphy y Ramón Puerta.

Entre estos últimos ninguno parece desvivirse por compartir cartel con Sobisch. El ex ministro de Duhalde lo ignora olímpicamente y ya admitió que su compañero de fórmula será un radical, conforme a la alianza que tiene con Alfonsín. López Murphy quien también aclaró que será candidato profesa un abierto rechazo por el líder del MPN, a quien asocia con las peores mañas de la política, tanto por su forma desprejuiciada de administrar lo público como por sus conflictivas relaciones con la Justicia y la prensa. Inclusive últimamente el líder de Recrear se permitió hacer hincapié en la increíble definición de Sobisch, aquella de que para gobernar prefiere "un corrupto a un pelotudo", para terminar de descalificarlo públicamente.

Consciente de que se le cierran todos los caminos, Sobisch apura ahora una sociedad con el ex gobernador misionero de similares características a la que tuvo con Macri, sólo que bastante más devaluada dado el escaso predicamento de Puerta.

Como si todo esto fuera poco, los partidos provinciales que el neuquino intentó liderar, han hecho saber esta semana que se inclinan por Lavagna. Sólo Carlos Menem, un verdadero paria de la política con el que ya nadie quiere tener nada que ver, salió a cubrirlo de elogios. Cuando "La Nación" le preguntó cuál es el candidato presidencial con el que siente mayor afinidad, replicó sin dudar que es Sobisch, "por sus ideas" y porque "es una excelente persona".

En este contexto francamente adverso para su sueño rosado, en el que ni siquiera parece tener posibilidades como compañero de alguna fórmula perdedora, a Sobisch no le va quedando otra posibilidad que esperar hasta último momento, a que en la cambiante política argentina se produzca algún milagro. Cuenta para esto con los recursos que le proporciona seguir gobernando una provincia riquísima y con un empecinamiento digno de mejores causas.

No es casual que en las actuales circunstancias Sobisch haya decidido modificar la ley electoral para adecuarla a sus necesidades políticas personales, quitándole la prescripción que obligaba a convocar los comicios entre 90 y 30 días antes de la entrega del poder, para dejar establecido que bastará con que la elección se realice 30 días antes de la culminación del mandato.

Como las elecciones presidenciales deberán celebrarse por ley el 28 de octubre próximo, queda bastante claro que de esta forma Sobisch quiere reservarse hasta último momento la posibilidad de encaramarse en cualquiera de las propuestas presidenciales en danza y conservar hasta último momento el resorte de decisión sobre las elecciones provinciales, garantizándose el menor desgaste posible. También, que busca conjurar la nada remota posibilidad de que el candidato de su partido, en el caso de resultar electo gobernador, opte por apoyar a otro candidato pre

sidencial, por caso Kirchner o su señora.

La noche en que ganó la interna, Jorge Sapag salió a pedirle a Sobisch que separe las elecciones provinciales de las nacionales, acaso para evitarse el mal trago de tener que apoyarlo enfrentándose de antemano al presidente. "Voy a hacer lo que más le convenga al partido", le respondió Sobisch, dando a entender que haría lo que le dé la gana. Eso es lo que está haciendo.

La puja soterrada entre el gobernador y el candidato amenaza con hacer saltar en pedazos la hegemonía del MPN en medio de una feroz interna, todo porque el primero no conoce freno a su ambición y subordina todo a su quimera presidencial.

En el último acto en la seccional primera, Sobisch se dedicó a despotricar en las narices de Sapag contra los "traidores" del partido. Hablaba de los Sapag que apoyan a su pariente, como el líder histórico Felipe y sus hijos Silvia y Luis. Pero también hablaba de uno de los principales aliados del candidato, el sindicalista Guillermo Pereyra, un hombre que fue "del palo" pero a quien ahora no le tiembla la mano para enfrentar al gobernador.

En su desaprensiva arenga Sobisch cometió un acto fallido. Dijo que se acabó la época en la que quienes perdían la interna pateaban en contra. Y a renglón seguido anunció que acompañará al candidato en toda la campaña. ¿En su fuero íntimo admite que jugaba contra Sapag?

En todo caso, para Sapag lo mejor sería que el gobernador se mantuviera lejos de la campaña: él necesita encarnar lo nuevo y Sobisch lo tira para abajo.

En su discurso legislativo del primero de marzo Sobisch produjo más cortocircuitos. El gobernador cargó contra los antiguos caudillos de su partido que se beneficiaban del 15-10, en alusión al sistema de mayoría y minoría que imperaba en la Cámara en tiempos de Felipe y Elías Sapag el tío y el padre de Jorge y el exabrupto estuvo a punto de provocar la reacción del flemático ex vicegobernador.

Mientras el candidato del MPN trata de contrarrestar el lastre de su líder partidario, el de la Concertación se reunió esta semana con el equipo de campaña a nivel nacional para apurar los detalles del cotillón electoral. Quiroga dejará de lado la simbología propia (la Q y el color rojo radical) para adaptarse a la puesta en escena kirchnerista. El intendente también concertó con sus aliados que no aparecerá tanto solo sino acompañado de su compañero de fórmula, el justicialista Panessi.

Si en algo coinciden los estrategas quiroguistas y kirchneristas es en la necesidad de que Pechi seduzca a los peronistas, algo que no es demasiado fácil por la proximidad que el radical mantuvo mucho tiempo con el gobierno de Sobisch.

La conducción del PJ leal a Parrilli y los principales colaboradores de Quiroga sacan punta al lápiz para que la Convención radical y el Congreso del PJ, convocados para el próximo 31 para proclamar la fórmula, funcionen sin sobresaltos.

En la UCR surgió un foco de rebeldía contra el "hegemonismo" quiroguista. Aunque estaría en minoría, no es de descartar que un rechazo a sus planteos derive en un apoyo a la candidatura de Podestá.

En el PJ la cosa está más peleada aún. El sector de Duzdevich y Kogan exige una cuota de cargos que el parrillismo y su socio, el mercantil Sergio Rodríguez, no están dispuestos a dar. Según la gente cercana al secretario general de la Presidencia, ese grupo no alcanzaría la mayoría necesaria para torcer la alianza con el quiroguismo. Pero no se puede descartar que el tema termine en los estrados judiciales.

Dos encuestas, una del MPN y otra de la Concertación, circularon esta semana de boca en boca aunque nadie las quiso mostrar. Por lo que se escuchó en ambas la diferencia a favor de Sapag es sensible. Podestá es tercero y atrás viene Fuentes. Massei "mide" mejor que Farizano, pero no mucho.

 
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