Recientemente, la revista "Science" publicó un trabajo de los arqueólogos Michael Waters y Thomas Stafford titulado "Redefining the age of Clovis: implications for the peopling of the Americas", que precisa una corrección en la datación con radiocarbono de la cultura Clovis entre los años 11.500 y 10.900 a.C. descartando que hayan sido los primeros habitantes del nuevo mundo y que su influencia haya durado tan sólo algunos siglos. Esto implica que el asentamiento más temprano datado en América correspondería al sitio de Monte Verde.
Este yacimiento arqueológico del Pleistoceno tardío, ubicado 35 kilómetros al suroeste de Puerto Montt, que tiene un fechado estimado por carbono 14 de 12.500 años, presenta una característica que lo destaca como sitio, y es su notable conservación.
Esto se debió a que en el lugar, ocupado por un grupo de 20 a 30 indígenas cazadores y recolectores que estuvieron cerca de un año en aquella zona, al ser abandonado por sus habitantes, se produjo un leve ascenso del nivel del agua del pequeño arroyo Chinchihuapi. Un pantano cubrió el piso ocupacional, con depósitos de un sedimento llamado "turba", que es anaeróbico lo que significa que la materia orgánica que hay en él no se pudre.
Así, la madera, la carne y el cuero de mastodonte y restos de 70 especies de plantas extraídas de un área de más de 400 kilómetros de largo para el consumo alimenticio y medicinal humano, por nombrar algunas de las 700 piezas obtenidas por el equipo internacional multidisciplinario de científicos y profesionales de la Universidad Austral de Chile encabezados por el arqueólogo Tom D. Dillehay, que han trabajado desde 1977 hasta 1989 , demuestran lo singular del hallazgo. Por lo general, sitios que datan de 10.000 años o antes tienen condiciones muy malas de preservación, lo que ocasiona una serie de dificultades para los investigadores, como la mezcla de artefacto de diferentes períodos, depósitos alterados por alguna condición natural e instrumentos que presentan dudosa fabricación humana, y también los artefactos líticos han resistido mejor la descomposición que los desechos de plantas o los instrumentos óseos. Por lo tanto, los utensilios de caza son más conocidos que los medios de subsistencia de la vida doméstica, la arquitectura y la estructura social.
Esta burbuja en el tiempo llamada Monte Verde, que la comunidad científica internacional ha reconocido a partir de enero de 1997, todavía tiene que decirnos mucho del poblamiento del continente americano y de la organización de los grupos que recorrieron el sur del mundo en aquella remota época.
Sin embargo, las autoridades del gobierno de Chile han tomado por ser generoso muy pocas medidas para preservar el sitio; es más: existe tal grado de ignorancia en el país sobre el tema que ni los mismos lugareños saben bien de qué se trata. Ni siquiera hay referencias claras en la carretera donde se indique el camino hacia el lugar del hallazgo arqueológico ni publicaciones que satisfagan la demanda de los turistas. Esto, sin contar la situación del mismo sitio de Monte Verde, con las disputas surgidas entre un diputado de la zona, que se hizo propietario del sitio, y la Universidad Austral, que está a cargo del tema en Chile, lo que ha producido dificultades en el trabajo de los arqueólogos. Además, últimamente ha surgido una fundación "Monte Verde", con gente interesada en este sitio y el objetivo de hacer un museo, pero aún no se ha llegado a nada. Por otra parte, la municipalidad de Puerto Montt sólo ha generado discusiones entre los representantes comunales sin tomar iniciativas concretas al respecto como, por ejemplo, tener a un verdadero equipo de especialistas en el tema.
Monte Verde espera que la comunidad internacional pueda salvar este patrimonio que no sólo echa luz sobre el poblamiento temprano de América sino también sobre un patrón de vida que nos puede brindar respuestas para el futuro de la humanidad.
WLADIMIR SOTO CARCAMO (*)
DPA
(*) Antropólogo. Magíster en Ciencias Sociales
