En Monte Hermoso, Independiente no sólo fue vapuleado por El Nacional, sino que además vio como se le disipó una de las chances de soñar por estar entre los cuatro primeros del TNA-1. Los bahienses le propinaron una verdadera paliza, y en el final el tablero mostró un contundente 102 a 66. Pero el 'Rojo' tiene la revancha a la vuelta de la esquina, mañana a partir de las 21.30.
Independiente fue un verdadero fantasma anoche, jugó mal durante casi todo el partido y El Nacional se lo llevó por delante, literalmente.
Sólo el primer cuarto mostró un choque de dos equipos con fuerzas igualadas, porque a partir del segundo parcial el local, que ya tiene un pasaje asegurado entre esos mejores cuatro, barrió a los 'rojos' en todos los ítems del juego.
Los primeros diez minutos mostraron a dos elencos que se midieron y respetaron. Independiente tuvo algo de peso cerca del cesto hasta que Byron Johnson, con muchos problemas físicos, estuvo en cancha.
Pero cada vez que en moreno se sentó, los neuquinos cayeron en su rendimiento. Fue así que en el segundo parcial los dirigidos por Santángelo comenzaron a perder movilidad y muchas 'bolas' que debían tener destino cierto y sencillo terminaban en las manos de los locales. Así, en un abrir y cerrar de ojos, y de la mano de su americano, El Nacional se fue al descanso largo con una diferencia de 17 puntos.
Sin Johnson era tiempo de los tiradores, pero la efectividad siempre estuvo del lado de los locales. Los números son claros: el técnico Juan García utilizó a casi toda su plantilla y nada menos que seis de sus jugadores llegaron a las dos cifras.
Mientras que del lado de la visita, el único que por momentos estuvo a la altura de los circunstancias fue José Fabio, que terminó con 18 puntos y fue el máximo goleador no sólo del 'rojo, sino también del partido.
Independiente evidenció casi todas las falencias de un equipo endeble, desde falta de conducción hasta carencia a la hora de quebrar el sistema defensivo contraria.
En las antípodas, El Nacional fue contundente y consistente, y jamás perdió la concentración. Por eso y mucho más, la diferencia la dio el score.