Si pudieras elegir, ¿hubieras preferido morirte antes?
Pues sí, mucho antes.
Hace 10 años.
Más.
¿Veinte años?
Veintisiete.
Cuando diste en adopción a tu hijo.
Exactamente.
Estas palabras fueron el último testimonio, recogido por el diario español "El País", de Inmaculada Echevarría, la mujer de 51 años que había solicitado la desconexión del respirador que la mantenía viva. Su deseo de morir se cumplió ayer en el Hospital San Juan de Dios, al que fue trasladada horas antes y donde se le retiró el respirador que la mantenía con vida, con lo que acaba su larga y polémica lucha, en la que se han confrontado términos legales, éticos y religiosos.
Echevarría murió ayer a las 21, hora española, acompañada de su equipo médico habitual aunque no en el centro en el que vivió en los últimos diez años, el Hospital de San Rafael de Granada, ya que su dirección, de la orden de San Juan de Dios, optó por el traslado, al parecer por la presión de las opiniones de ciertos sectores religiosos.
Según confesó, en la cama de ese hospital en la que permanecía postrada por la distrofia muscular progresiva que padecía, recibió muy pocas visitas, y finalmente pudo ser el escenario del fin de una lucha que, para muchos, ha sentado precedentes en España.
Inmaculada Echevarría Ramírez, nacida en Navarra hace 51 años, tuvo que superar momentos muy difíciles a lo largo de su vida, que pudieron influir en su decisión final: a los once años le diagnosticaron la dolencia que después la dejaría tetrapléjica; su marido murió en un accidente de tráfico y, al verse sola e impedida, dio en adopción a su hijo de ocho meses.
Su hijo biológico, de 26 años, conoció la noticia y se ofreció entonces a llevarla a su casa en Zaragoza y cuidar de ella, pero para Inmaculada, que le había conocido dos años antes y que apenas mantenía contacto con él, ya no había marcha atrás.
Su primer paso fue afirmar el 18 de octubre de 2006 en una rueda de prensa multitudinaria, con su débil voz llena de convicción, que 'no es justo vivir así', que su vida era 'soledad, vacío y opresión' y que 'nadie tiene que meterse' en su decisión 'libre' de morir sin dolor. (El País/EFE)