BUENOS AIRES.- El detenido ex capitán naval Alfredo Astiz y otros cuatro integrantes del aparato represivo que operó en la Esma fueron condenados ayer a prisión perpetua por la Corte de Roma, que los declaró responsables de la desaparición en Argentina de tres ciudadanos de origen italiano.
El veredicto, difundido desde la cárcel de Rebibbia donde se sustanció el juicio impuso la pena máxima a los ex marinos Astiz, Jorge "Tigre" Acosta, Jorge Vildoza prófugo de la Justicia argentina desde hace más de una década y Antonio Vañek y al ex prefecto Héctor Febrés.
El 16 de mayo próximo, en tanto, se conocerán en Roma los resultados de las pericias que determinarán si, para la justicia italiana, el ex jefe de la Armada Emilio Eduardo Massera presenta una inhabilidad mental o está en condiciones de afrontar un juicio por crímenes de lesa humanidad.
Un tribunal de Roma presidido por el juez Mario D'Andria condenó a los cinco ex marinos argentinos por el secuestro y desaparición de Angela María Aieta madre del dirigente peronista Dante Gullo y de Giovanni Pegoraro y su hija Susana, cuya hija fue apropiada por los propios represores. Aieta, nacida en Cosenza, fue secuestrada el 5 de agosto de 1976, mientras Pegoraro y su hija fueron detenidos ilegalmente el 18 de junio de 1977.
Decenas de personas asistieron a la audiencia que se desarrolló en el penal italiano para escuchar la lectura del veredicto, que fue celebrado por la presidente de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y familiares de las víctimas.
Puntualmente, la condena fue impuesta por el cargo de "homicidio voluntario múltiple premeditado", cometido en el marco de las violaciones a los derechos humanos de la dictadura del período 1976-1983.
El juicio se sustanció en ausencia de los cinco acusados, y para Astiz constituye la segunda condena a prisión perpetua que dicta en su contra un tribunal extranjero por crímenes de lesa humanidad.
En 1990, Francia condenó a Astiz a la pena máxima por la desaparición de las religiosas Leonie Duquet y Alice Domon, que brindaban asistencia espiritual en Argentina a familiares de prisioneros de la dictadura. La condena, que el ex marino nunca cumplió, también fue dictada en rebeldía.
Las víctimas pasaron por la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), entre 1976 y 1977, centro clandestino de detención y represión que era dirigido por Massera, cuya insanía declarada por peritos argentinos ha suspendido aquí los juicios en su contra.
Aieta nació en Cosenza y reclamaba por la libertad de su hijo Dante cuando fue secuestrada, mientras Giovanni Pegoraro era un empresario de la construcción de Mar del Plata cuando fue detenido junto a su hija Susana, que era militante del peronismo y estaba embarazada.
(DyN/AFP)