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Jueves 15 de Marzo de 2007
 
Edicion impresa pag. 25 > Internacionales
Bush y Chávez: mucha pirotecnia, poca sustancia
El estadounidense visitó la región y prometió beneficios, pero con pocas concreciones. El venezolano le pisó los talones y le robó prensa, pero tampoco logró alinea mientos claros.
Una imagen repetida. Bush mostró buenas intenciones en los países que visitó, aunque en todos fue blanco de protestas.
Una imagen repetida. Bush mostró buenas intenciones en los países que visitó, aunque en todos fue blanco de protestas.
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MERIDA, México (AFP/ DPA).- El presidente George W. Bush concluyó ayer en Mérida (este) una gira de seis días por América Latina, donde aparentemente intentó sin demasiado éxito mejorar su imagen y la de Estados Unidos con varias promesas pero pocos anuncios concretos. Un día antes, el líder venezolano Hugo Chávez concluía un periplo paralelo que logré en parte su objetivo: robar la atención mediática al estadounidense y ponerse como su rival en la región, aunque la respuesta de los países que visitó resultó también bastante tibia.

Una veintena de personas resultó herida ayer en la ciudad de México cuando una manifestación de varios cientos de militantes de izquierda, estudiantes, sindicalistas y ecologistas derivó en botellazos, pedradas y pinturas contra los policías que custodiaban la embajada de Estados Unidos. Estas manifestaciones, que acompañaron a Bush durante su recorrido de cinco países, rara vez reunieron a más de unos cientos de personas, pero dejaron ver el movimiento antiestadounidense que se ha reforzado considerablemente en la región en estos últimos meses.

La respuesta de Estados Unidos a la cuestión migratoria, una de las principales inquietudes en América Latina, se impuso en la agenda de Bush a medida que se acercaba de regreso a la frontera norteamericana.En México, dijo: "Trabajaré duro con el Congreso para hacer adoptar una ley de inmigración que nos permita hacer respetar al mismo tiempo la ley y los valores humanos", declaró Bush con su par mexicano Felipe Calderón.

La reforma prevé un refuerzo de la frontera y del control de la inmigración clandestina, pero también abre el camino a la regularización de parte de los doce millones de extranjeros que trabajan indocumentados en Estados Unidos. Pero enfrenta la resistencia de legisladores del mismo Partido Republicano. Calderón le expresó las "preocupaciones" mexicanas por el respeto a los derechos humanos de quienes cruzan la frontera y su oposición al muro.

En otro de los hitos de la gira, Bush y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva firmaron un acuerdo para crear un mercado mundial para los biocombustibles, el primer paso hacia una "OPEP del etanol" y "llevar los beneficios de los biocombustibles a terceros países", empezando por América Central y el Caribe. El acercamiento no incluyó sin embargo una reducción de las trabas estadounidenses a las importaciones del etanol brasileño, pedido expreso de Brasilia. El presidente estadounidense también propuso "hacer avanzar" la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para la liberalizar el intercambio. Pero su representante de Comercio, Susan Schwab, expresó un "cauteloso optimismo" y se negó a precisar una reducción de los subsidios agrícolas.

Más allá de las protestas, Bush tuvo una buena recepción incluso de dos presidentes Brasil y Uruguay de centroizquierda. Pero la época de las "relaciones carnales" quedaron atrás y cada nación dejó en claro su postura. Lula defendió la soberanía de los países latinoamericanos y el derecho a impulsar proyectos que permitan a la región salir de la pobreza. Y su ministro de Hacienda, Guido Mantega, oficializó en Buenos Aires su adhesión al Banco del Sur, el proyecto impulsado por Venezuela y Argentina. La visita a Uruguay estuvo dotada en tanto de un gran simbolismo, pero tampoco contó con anuncios más allá de un primer acuerdo para fomentar el comercio. El presidente Tabaré Vázquez, Uruguay dejó en claro que puede tener una agenda propia con Estados Unidos más allá de su participación en el Mercosur, bloque con el que renovó su compromiso pese a sentirse relegado gracias a los esfuerzos de Lula días antes de la llegada de Bush.

Hasta su aliado incondicional en Colombia, Alvaro Uribe, le reprochó demoras en el Tratado de Libre Comercio (TLC).

 
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