Ha llegado y se ha ido el Día de la Mujer, y debo decirle: tengo una sensación extraña que trataré de compartir. Este es el asunto: algún alerta amarillo se ha encendido, porque caí en la cuenta de que, año a año, conmemoraciones, simposios, encuentros, debates, etc. etc. han ido mermando, suavemente, poco a poco, y esa porción de contenidos ausentes se ha llenado con banalidades varias, espectáculos donde no faltan los gastados chistes sobre la supuesta superioridad masculina y cosas así.
Pero y ahí se me prendió el semáforo tal fenómeno viene acompañado, o mejor diré, cuestionado, por un incremento notable de las formas de violencia ejercida sobre las mujeres, desde su misma niñez. He escuchado muchos argumentos y asistido a variados encuentros acerca de este último fenómeno, y todavía estamos con la explicación de la crisis del 2001, que parecería se arrastra, o el machismo frustrado que no encuentra su rol y responde con agresión, en fin; elija lo que le guste o mezcle de todo un poco.
De modo que ésta es la paradoja: desde el reinicio de la democracia, para dar una fecha, y gracias a mucha presión de las mujeres, los derechos que nos corresponden tienen rango constitucional, no falta municipio ni provincia sin su dirección de la mujer o similares, hay teléfonos para llamar ante cualquier agresión a cualquier hora... y sin embargo, la sensación de la mujer agredida es que no hay ayuda eficaz. Demasiada estructura para poco éxito, o poco compromiso, con lo cual animarse a denunciar puede ser provocar al tigre... y nadie que le cierre la puerta.
Podría decir, a favor de la resolución de la paradoja paradoja: lo que es aparentemente contradictorio, pero sin embargo tiene sentido es que el camino es más bien una espiral, que pueden coexistir etapas institucionalmente ricas con realidades dramáticas. Si fuera así, bien haría la Institución, tomada como conjunto, en replantearse su sentido, su trayectoria, y superar esta suerte de bohonomía engañosa que la lleva a creer que nombrar a alguien de sexo femenino en un cargo y hacer un poco de apoyo moral y psicológico alcanza. No, mi querida amiga: no alcanza, y otra prueba de ello es que son mucho más eficaces organizaciones no gubernamentales en éste y otros temas que el propio Estado en el cual depositamos la responsabilidad. Estas dos vertientes de la ayuda aún, me parece, no han conseguido armonizarse y potenciar medios y resultados.
También podría decir que el "tema del género" ha sido diversificado en reivindicaciones concretas, como el derecho a elegir tener o no un hijo, el aborto, la opción sexual, el maltrato laboral y otros tan importantes como estos. Que la mira se puso no sólo en la política sino en instituciones como las Iglesias, las empresas, para verificar la presencia o la ausencia de la mujer en la conducción de las mismas.
Todo esto es cierto. Lo que le digo es que cuando empezamos a debatir superestructura, aparece el fenómeno de la base, el que creíamos en vías de superación, como la violencia física y psicológica, más vivo y letal que nunca. Y por lo que se va sabiendo, no es sólo un problema argentino: la espiral dio un giro descendente en muchos lados.
Suelo atender a mi sensación interna de alerta amarillo. Generalmente, da cuenta de una percepción que los datos vienen a confirmar y cuando lo comparto con otras mujeres, sobre todo las que están en primera línea de batalla docentes, asistentes sociales, médicas el alerta amarillo pasa a rojo.
Así que voy a felicitarla por el Día de la Mujer consciente de repetir una frase hecha que necesita, urgentemente, llenarse de contenido y compromiso.
MARIA EMILIA SALTO
bebasalto@hotmail.com
