Es esperable pensar que los funcionarios de la administración pública neuquina reúnan los requisitos de idoneidad, probidad y calidad personal que exige una sociedad normal para administrar los bienes públicos y que ninguno de ellos se incluye en las categorías definidas por el gobernador. Tener antecedentes de corrupción, de esa corrupción que no se puede probar en la Justicia porque jamás aparecen las pruebas, no debería ser uno de los méritos (cuando en realidad es un demérito) que serán considerados al momento de acceder a administrar la cosa pública.

Una figura como la de un gobernador debe ser ante todo un ejemplo de virtud pública y ciudadana y, a la vez, debería actuar en todo momento como un referente de los valores que deben primar en la sociedad a la que él sirve. Trasmitir conocimiento, honestidad, virtud, hidalguía, esperanza, moralidad, sensatez es parte de la función de un servidor público electo por el voto popular. Señalar que el ser "corrupto" puede en algún momento considerarse dentro de alguna preferencia no es propio de la investidura de un gobernador al que el sistema democrático, recuperado con años de desencuentros, le ha permitido acceder a la función pública en representación de la mayoría de los ciudadanos

Seguramente no todos los funcionarios de la provincia del Neuquén están incluidos en las categorías definidas por el gobernador, por lo que la ciudadanía debería preguntarse cómo se sentirán aquellos que son servidores eficientes y esmerados y están orgullosos de administrar con racionalidad la cosa pública. ¿Y cómo se sentirán los afiliados al MPN?, ya que el gobernador con tantos años de militancia partidaria debe saber con certeza en qué categoría reviste cada uno. Viendo la impasibilidad con la que se toman estos hechos, es probable que a los ciudadanos poco les afecte la desazón de quien quizás sea su vecino ante semejante nivel de agravio

El registro

Siempre es bueno contar con la mayor cantidad de información para tomar decisiones. Por lo tanto, observando la situación del político que desprecia la honestidad y el trabajo fecundo y la de la sociedad que observa impasible lo que sucede, es que me animo a proponer que se trate una ley provincial y por qué no nacional en virtud de la doble situación del gobernador, en la que se habilite en forma inmediata un registro voluntario de "corruptos" y de "pelotudos". Ya se encargarán los políticos de ponerle un nombre a la ley que no comprometa ante la Justicia a los inscriptos en la categoría de corruptos (porque ser pelotudo todavía no es delito), aunque es dable esperar que tampoco pase nada con la Justicia atento a sus antecedentes de poco apego a investigar y condenar a aquellos que han intervenido en casos de corrupción. Con este registro se podrá tener a la mano una formidable herramienta de selección de personal para administrar la cosa pública

En países normales, semejantes a aquellos a los que muchos argentinos quisiéramos parecernos, el calibre de las declaraciones del gobernador no habría pasado inadvertido. Seguramente, sus palabras de inmediato habrían recibido la condena de toda la sociedad y hasta me animaría a decir que lo habrían puesto al borde de la dimisión o, por lo menos, de un pedido de disculpa pública.

El ciudadano debería reaccionar educadamente ante estas groseras agresiones y exigir el debido respeto a su condición de persona que debe ser servida por el funcionario público. El silencio ante hechos como éstos no es el mejor remedio para conservar la libertad, la independencia y la convivencia democrática.

CARLOS GREGORI (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Integrante de la Junta Neuquén de

Recrear.