Si algo sufrió San Lorenzo en los últimos tiempos fue de crisis de conducción. Néstor Gorosito, Gustavo Alfaro y Oscar Ruggeri fueron tres entrenadores fagocitados por un plantel, muchas veces señalado como conflictivo y por los malos resultados. Pero todo parece haber cambiado con Ramón Díaz.
Todo un misterio era el Pelado, a partir de sus casi cinco años ausente de la dirección técnica. Su decisión de incorporarse a San Lorenzo lo ubicaba por primera vez en su corta, pero exitosísima trayectoria fuera de River, con todo lo que eso implica para alguien acostumbrado a los mimos de una institución que no lo discutirá nunca.
¿Por qué no dirigió más? Podría hacerlo, pero en un equipo sin estrellas y ganar como lo hizo en River? Estas preguntas formaban parte de su prueba de fuego. Vaya si la aprobó.
El domingo, con ocho de los once futbolistas que fueron goleados por Boca 7 a 1 en el torneo pasado, Ramón Díaz se las arregló para derrotarlo 3-0 en La Bombonera y, de algún modo, vengar el alma herida del hincha 'azulgrana'.
Influyente como pocos, el Pelado, hacia adentro, pero también hacia afuera de su entorno. Desde un primer momento se hizo cargo del lastre que San Lorenzo arrastra desde los últimos años. Su personalidad lo absorbió todo. Pero también se encargó de devolverle a sus jugadores el autoestima perdida. Así las cosas, difícilmente termine mal su relación con la afición 'azulgrana'.
Es cierto, su figura eclipsó a la institución en la previa del clásico. Fue él versus Boca. San Lorenzo vino detrás y así fue que ganó el domingo. Así es como se está levantando de sus propias cenizas.
El mismo día de su presentación, unos antes del Año Nuevo, prometió figuras. Roberto Ayala, Leandro Romagnoli, Juan Pablo Sorín... No llegó ninguno. Pero no iba a importar demasiado. El mejor refuerzo de San Lorenzo terminó siendo él.