POR OSVALDO PELLIN (*)
Especial para "Río Negro"
En el sitio www.lapoliticaonline.com.ar circula una versión por la cual nos enteramos que el actual gobernador de la provincia tiene sus preferencias. De acuerdo con ella, ha dejado establecido que le parece que es mejor ser corrupto que pelotudo, según su propio y desprejuiciado hablar, para quien tenga la responsabilidad de gestionar la cosa pública. Lo curioso es que las categorías de comparación utilizadas no incluyen la opción de inteligente y honrado. No, sólo el desglose de las malas opciones: pelotudo y/o corrupto.
Esto podría tomarse livianamente, pero más impresiona como un acto fallido semejante a los que ilustró el psicólogo Rodríguez Arias en "Las patas de la mentira", que no puede dejarse pasar sin algún comentario, viniendo de quien viene.
Pensamos que para personas que procuran convertirse en hombres de Estado y aspiran a la presidencia de la República, semejante expresión funciona como una clara advertencia hacia sus eventuales electores.
Lo sostuvo en una rueda de prensa en ocasión de su visita a Junín de los Andes por la Fiesta del Puestero y suele ocurrir que las respuestas inesperadas dejen perplejos a quienes preguntan de buena fe, pero el hecho es que la versión fue levantada por algunos de los que allí estaban y volcada a la web.
Más allá de que la réplica del gobernador es una muestra poco civilizada, denota un código de valores inspirados en lo peor de la política como actividad humana.
Nos parece que un hombre de Estado no se construye sobre lo más repudiable que ofrece la realidad, que está condicionada, además, por su propio accionar. Por el contrario, como la inmensa mayoría de nuestra sociedad, creemos que debe construirse a través de valores positivos y de la creación de modelos a emular.
Al destino de nuestro país no le aguardará nada venturoso, si el dilema de la gestión se debate en que la corrupción es la mejor conducta que puede esperar una comunidad de su sistema político. Tendrían razón, entonces, los escépticos que piensan que la política no es el instrumento de cambio que tiene en sus manos la ciudadanía para que esta realidad torne a mejorar bajo su influjo.
En cambio, no cabe duda de que es un buen mensaje para aquellos que viven del delito. ¿No sería lícito que pensaran que pueden apelar su inocencia, si los valores que rigen al Estado son los de la corrupción? ¿Cuál sería la razón de que los combatan a ellos, si viven de lo que roban, igual que lo que consienten algunos funcionarios, que además lo pregonan a los cuatro vientos?
Desafortunadas, entonces, las expresiones públicas del gobernador del Neuquén, que contradicen su esfuerzo publicitario de querer ser presidente de la Argentina. ¿Con estos pergaminos? ¿Con esta subestimación de su propio pueblo, que espera un mensaje superador y no el descarne de más de lo mismo?
Eugene Ionesco, dramaturgo del absurdo, escribió una pieza teatral que satiriza al nazismo, titulada "Rinoceronte". Cuando le preguntaron por qué había elegido a ese animal como emblema de la barbarie, contestó que el nazismo sólo podía ser representado por él, ya que se trataba del animal más cruel y más tonto de cuantos se conocían.
Figúrese el lector si suple los adjetivos de pelotudo por tonto y corrupto por cruel, ¿no le suenan casi como sinónimos?
(*) Ex diputado nacional del MPN 1985-1989 y 1993-1997. Ex convencional constituyente de Neuquén por
Encuentro Amplio.
