Si dependiera del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el hombre más buscado del mundo sólo habría cumplido 44 años, pero todo indica que Osama Ben Laden cumplirá 50 el próximo 10 de marzo y lo hará en libertad.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Bush anunció que su gobierno quería "vivo o muerto" al jefe de la red terrorista Al Qaeda y ofreció por su cabeza 25 millones de dólares.
Pero ni el dinero ni los servicios secretos, unidades especiales o amenazas pudieron acabar con Osama Ben Laden, si se presta crédito a las declaraciones del "jefe militar" de los talibanes, el mullah Dadullah, y a los datos de la Interpol. "Aún no se convirtió en mártir", afirmó el mullah durante un reportaje de la emisora británica Channel 4. "Sabemos que aún vive", agregó.
Según los expertos, todo indica que Dadullah podría tener razón, pues sus seguidores no habrían dejado de anunciar la muerte de su cabecilla y éste se habría convertido en un mártir que, a pesar de las numerosas operaciones, nunca fue capturado.
Además, Estados Unidos aprovecharía cualquier oportunidad de apresar vivo al enemigo número uno del Estado y de ponerlo ante un tribunal, como hizo con el ex dictador iraquí Saddam Hussein. El barbudo islamista con turbante que, según los datos de la Interpol, mide 1,96 metros de estatura, ya se hallaba en búsqueda y captura antes del 11 de septiembre, pero logró evadirse una y otra vez. En una "declaración de guerra" llamó en 1998 a los musulmanes de todo el mundo a asesinar a ciudadanos estadounidense. Fue entonces cuando Estados Unidos tomó realmente en serio al talibán, a cuyo ascenso había contribuido anteriormente. El vástago de un rico empresario de la construcción saudita, probablemente el decimoséptimo hijo, perteneció a la organización de los muyahidines a la que Washington apoyó en la lucha contra la ocupación soviética de Afganistán en los años 80. De ese grupo nació la red de Al Qaeda a finales de la década.
Entre los múltiples interrogantes que surgen respecto a Ben Laden, una afirmación es segura: casi cinco años y medio después de los atentados del 11-S, el fantasma del terrorista sigue siendo una pesadilla para la potencia mundial estadounidense. (DPA)