ROCA (AR).- Los médicos les dijeron a Nora y Gabriel: "Les prometemos que este año la sacamos". Por eso ese lunes 5 bien temprano ella tomó sola el colectivo Ko-Ko como lo hacía día por medio para venir desde Allen a Roca a dializarse, pero sobre todo para empezar con los estudios cardiológicos de rutina y así entrar en la lista de espera para trasplantes de riñón del INCUCAI. Sin embargo, nunca llegó. Nora Molina, de 35 años, fue una de las tantas personas heridas en el grave vuelco del micro en cercanías de Gómez, en el que murieron 4 personas, y desde entonces lucha por salir adelante.
"Yo me enteré a las 12 del mediodía", explica Gabriel Ascencio, su compañero y padre de su hija de 14 años y su hijo de 9. "Estaba trabajando y contaron que volcó un Ko-Ko, entonces empecé a llamarla al celular hasta que se me acabó el crédito, pero no contestó. Luego conseguí un teléfono fijo y llamé al Centro del Diálisis y ahí me contaron que Nora venía en el colectivo y estaba en terapia intensiva".
Es que cuando la trasladaron del lugar del accidente al hospital "Francisco López Lima" los médicos advirtieron, por la cantidad de cicatrices y por una fístula arteriovenosa, que era una paciente renal y se comunicaron de inmediato con el centro especializado. Nora sufrió gravísimas heridas que, sumadas a la insuficiencia renal que padece hace 3 años, crearon un cuadro clínico muy complicado.
El mismo día del accidente, cerca de la medianoche, fue intervenida de urgencia por un enorme hematoma en la zona abdominal. Su bazo había estallado. "Si después no la pueden trasplantar por haber perdido el bazo, ¿cómo se lo digo?", se lamenta Gabriel, sabiendo que los especialistas tendrán que reevaluar su cuadro para saber si, cuando se recupere de las múltiples fracturas, estará en condiciones de recibir un trasplante.
La esperanza de la pareja era que Nora pudiera tener una vida normal. Tras recibir un riñón quedarían atrás las decenas de cortes en busca de venas, tantas cirugías, tantas horas conectada a la máquina que le purifica su sangre, tanto sufrimiento para ella y su familia. También, como producto del accidente, la fístula que tenía colocada en su brazo izquierdo para dializarse 4 horas, día por medio, quedó obstruida por una fractura de clavícula.
Transitoriamente debieron colocarle una en la ingle pero por la ubicación corre mucho riesgo de infección, algo que para Nora puede ser fatal.
Hoy los médicos intentarán realizarle una cirugía para reparar las fracturas en su rostro. "No tiene cortes, pero es como si adentro le hubieran aplastado los huesos", cuenta Gabriel y agrega: "Tiene el maxilar roto, el paladar hundido, los pómulos fracturados y por el ojo izquierdo ve un poco nublado. Le tiene que poner elementos biodegradables porque hay que evitar infecciones".
Lamentablemente el último viernes los médicos no pudieron colocarle una fístula en su cuello para reemplazar la de la ingle y así poder llevar a Nora durante un día a su casa para que se recupere anímicamente.