ROCA (AR).- Las huellas encontradas en el lugar del hecho, los rastros seguidos por perros de la Policía de Río Negro, y los dichos de la concubina, fueron determinantes para que el juez Pablo Iribarren dicte el procesamiento y la prisión preventiva de Diego Osvaldo "El Porteño" Giménez, quien se encuentra detenido por el crimen del taxista cipoleño José Vázquez.

Pero tras la resolución tomada por el magistrado, se llevó a cabo una diligencia judicial que complicó aún más la situación del sospechoso. En una rueda de presos, fue señalado por un testigo como la persona que había visto en cercanías a la esquina donde el asesino abordó el taxi de la víctima.

El reconocimiento se llevó a cabo ayer pasado el mediodía en la alcaidía de Roca, donde se encuentra detenido Giménez.

Por otra parte, trascendió que el ahora imputado hace unos días debió ser cambiado de pabellón, ya que en la cárcel roquense está detenida al menos una persona que conocería a la víctima fatal, lo que habría generado un incidente o estuvo a punto de generarse.

Para el juez, la "categórica e indubitable correspondencia entre el diseño de las suelas de las alpargatas que vestía Giménez al momento de ser detenido, y las improntas de calzado encontradas en el lugar del hecho, son demostrativas de que el encartado (Giménez) estuvo en ese sitio", señaló en el auto de procesamiento.

Incluso, continúa afirmando que "no resulta un dato menor, las pericias odoríficas efectuadas por la sección Canes de la Dirección de Toxicomanía de la Policía de Río Negro; una de las cuales dio con el rastro de olor dejado por Giménez en el lugar del hecho, siguiendo luego por un camino rural hasta ingresar a la zona urbana".

En la resolución también se destacaron distintos "alertas" marcadas por los perros entrenados, en donde "el encartado arrojó parte de las pertenencias sustraídas a Vázquez".

Siempre siguiendo con las pericias odoríficas, Iribarren destacó que "la restante, señaló la correspondencia entre un soporte odorífico extraído de un trozo de alfombra secuestrado del interior del automóvil siniestrado y un soporte odorífico extraído de una de las alpargatas que calzaba Giménez al momento de ser detenido; prueba ésta que coloca al imputado dentro del taxi posteriormente incendiado".

La concubina del detenido había declarado que Giménez siempre usaba un par de alpargatas blancas y que era el único que tenía. Que tras el crimen había notado un comportamiento anormal en Giménez, ya que se veía nervioso, sin saber el motivo ya que no comentó nada.

El magistrado concluyó en que corresponde caratular la causa como robo calificado por el uso de arma de fuego, homicidio doblemente agravado por ser cometido con alevosía y "criminis causae" (para ocultar otro delito, en este caso el robo), y portación de arma de fuego civil, sin la debida autorización.

"Entiendo que corresponde tal calificación por cuanto el elemento subjetivo requerido entre el homicidio y el robo -"matar para robar"-, surge claramente de la manera en que el imputado planeó su accionar. Es decir, abordó un taxi en horas de la madrugada portando un arma de fuego. Posteriormente lo llevó hasta una zona descampada y alejada, disparándole por la espalda en tres oportunidades -dos de ellas en la cabeza-, le sustrajo sus pertenencias y quemó el auto para ocultar posibles rastros o pruebas del delito".