Si el propósito pasara únicamente por derrotar al MPN, sería incomprensible que no se sumaran todos en esa misión. Pero no todas las fuerzas que se oponen al partido provincial piensan del mismo modo. Están los que creen que el cambio sin garantías reales de tal, encabezado por algunos liderazgos ya conocidos, no representa más que la misma política, llevada adelante por otros protagonistas, que a la larga o a la corta gestionarán de modo parecido el partido provincial. O sea sin transparencia republicana, sin solucionar las enormes desigualdades que nos abruman, sin dignificar, en suma, el cuidado sobre el colectivo social, para que siga siendo su ejército electoral de reserva.

En las circunstancias actuales, además, el armado de esa fuerza homogénea estuvo signado por la discrecionalidad, discriminando a los que la integrarían entre réprobos y elegidos. Se procedió a señalar una cabeza de lista y a condicionar a los demás a que cumplan el rol de seguidores, habilitados solamente a acatar.

¿Cuáles serían, entonces, las características distintivas de lo "nuevo" con respecto al partido provincial? Sin programa unificador, sin convocatoria en pie de igualdad de las fuerzas políticas de oposición y con los cargos de conducción completamente cerrados, el rol de quienes deberían sumarse sería simplemente, como queda dicho, el de fieles seguidores.

De ese modo la oposición aparecería como una fuerza homogénea pero ignorante de la diversidad que la integrare. Y esa ecuación tiene corta vida, como lo enseña la historia reciente, ya que carecería de la cohesión necesaria para enfrentar los conflictos a los que la misma realidad la expondría.

Esta intervención foránea, en la configuración de una fuerza alternativa, tiene además el inconveniente de que oculta "lo neuquino" e incorpora al campo del debate el problema de la jurisdicción nacional que el neuquino siempre ha querido separar de la problemática provincial. Así, se ve la intervención de la jurisdicción nacional como una intromisión que transforma a las fuerzas que compiten en meros instrumentos políticos de intereses de otra parte.

No se trata de rechazar las políticas que el presidente Kirchner ha llevado adelante hasta ahora, que con sus más y sus menos merecen la aprobación mayoritaria del electorado, según las encuestas. Se trata de que los procedimientos se encuadren con corrección y respeto real por el funcionamiento del proclamado pluralismo. Camus decía no es que el fin justifique los medios, son los medios los que deben justificar los fines.

Sumar por sumar, en política, no significa en nuestra provincia ni en ninguna parte un seguro resultado determinado con anticipación. La ciudadanía ha crecido acá y en todo el país y lo que ella reclama es una democracia que no esté hecha sólo por y para los políticos. Exigen una democracia donde la participación y la organización de la sociedad equilibren los poderes inalcanzables de los aparatos partidarios. Hasta ahora el partido provincial se ha valido, entre otras cosas, de estos desvíos de la oposición para reiterarse ganador a lo largo de los últimos cuarenta años. Si en esta provincia fue derrotada la máxima figura política del siglo XX de los argentinos, no fue porque le faltara homogeneidad a la oposición sino porque la formulación estaba encarada de modo reaccionario contra un partido pequeño pero con fuerte raigambre cultural.

Es un error, concluyo, reducir la lucha política a un enfrentamiento de divisas ocasionales con similitud al de una justa deportiva. La propuesta opositora debe tener un sesgo local neuquino predominante, abundar en contenidos críticos pero también de propuestas, y debe ser configurada del modo más democrático posible en lo que hace a la elección de quienes tendrán la responsabilidad de conducirla.

OSVALDO PELLIN (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Ex diputado nacional del MPN 1985-1989 y 1993-1997. Ex convencional constituyete de Neuquén por Encuentro Amplio de Neuquén.