¿Se puede hablar de fútbol cuando la violencia lo suspende cuando quiere?
¿Se puede hablar de los goles de Ernesto Farías a Newell's cuando decenas de hinchas de Newell's apedrean a decenas de los de River? ¿Se puede, cuando fútbol y violencia ocurren a la vez?
¿Es importante cómo jugó Juan Román Riquelme si al mismo tiempo José María Aguilar dice no saber si los involucrados en los sucesos del domingo 11 de febrero dentro del club River son socios, si desde el mismo momento de ocurridos aquellos hechos, se sabe que a la vez que son líderes de la barrabrava de River, son socios del club?
¿Se habla de fútbol cuando se habla de la batalla de Gerli entre hinchas de Talleres de Remedios de Escalada y Los Andes, dos clubes de tercera división?
Da pudor hablar de fútbol cuando las piedras las balas y la sinrazón discuten en nombre de la pasión por unos colores que hace mucho esos barras dejaron de sentir.
El buen negocio que es la violencia alrededor del fútbol se está quedando con el fútbol. Nos lo están quitando a piedrazo limpio. La amenaza y la extorsión mandan allí donde el fútbol genera dinero. Porque no es el aguante lo que está en juego. Es el dinero.
Ese que se disputaron Alan y William Schenkler, por un lado, y Adrián Rousseau, por otro, aquel domingo 11 de febrero, a los tiros, entre niños, en el quincho de River y que Aguilar, ayer, expulsó de club junto a otros tres más de Los Borrachos del Tablón. ¿Lo habría hecho si no se lo exigía la Justicia para levantar la clausura?
Pero Aguilar no es el único. Son todos los dirigentes del fútbol empezando por Julio Grondona. Mientras, la pelota esquiva las piedras y nosotros hablamos de violencia cuando hablamos de fútbol..
JUAN MOCCIARO
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