Jueves 15 de Febrero de 2007 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
El cine, una condena de familia para Pablo Torre
Cuatro generaciones de directores forman parte de la historia del cineasta, que cuenta esta "condena" en "La mirada de Clara", filme basado en una novela suya.

BUENOS AIRES (Télam).- El cineasta Pablo Torre, cuyo filme "La mirada de Clara" llegará a las salas hoy, afirmó que el cine fue "una condena" y "una desdicha" para su familia: cuatro generaciones de directores entre los que se destacan Leopoldo Torre Nilsson, su padre, y Leopoldo Torres Ríos, su abuelo.

"El cine en mi familia fue una condena. Somos la única familia en la historia con cuatro generaciones de directores, pero estamos condenados al cine, porque a todos nos fue muy mal", dijo Torre, que escribió el guión de la película en base de su novela "La ensoñación del biógrafo".

"Mi padre murió pobre, enfermo y condenado por censuras y exilios. Mi abuelo tampoco tuvo una vida fácil y mi hermano y yo hemos perdido todo lo que teníamos. El cine ha sido una desdicha en la familia", sostuvo Torre en una entrevista con Télam.

Y agregó: "Esa es justamente Clara, la protagonista de la película, alguien que llegó a la Argentina, quiso ser feliz, se enamoró de un hombre para tener una historia de vida familiar sencilla, y de repente entró en una especie de torbellino infernal como es el cine".

Protagonizada por Gabriel Feldman, Natalia Segré y Tamae Garateguy, la película narra la historia del matrimonio entre Leopoldo Torres Ríos -autor de "Pelota de trapo", entre otros clásicos del cine nacional- y Clara, una sueca que llegó a la Argentina y se enamoró de él.

-¿Por qué te propusiste contar la historia de Leopoldo Torres Ríos, tu abuelo, a través de la mirada de Clara?

-En realidad no es la historia de mi abuelo, sino la historia de lo que yo creí que fue mi abuelo, a quien casi no

conocí. Quise jugar con dos personajes de la realidad y transformarlos en personajes de la imaginación para darles el lugar que ellos hubieran querido tener.

-Pero entonces, ¿qué hay de real y de ficticio en la película?

-Algunas cosas que cuento en la película son ciertas, otras las fantaseo, otras las soñé y algunas creí escucharlas detrás de una puerta, pero me pareció que era bueno que ellos, que tanto hicieron por la ficción, se terminen transformando en personajes de ficción. Es como un capricho que yo tengo, y los personajes no existen.

-¿Ninguno de los personajes es real?

-Hay un único personaje real en la película que es Clara, pero Clara no es mi abuela, Clara soy yo. Hasta tal punto que algunas de las palabras que dice Clara las doblé yo.

-¿Quién fue Clara?

-Clara fue la mujer de mi abuelo y tiene muchas cosas de ella, como su origen sueco, su pelo rubio y su miopía. Esa línea es autobiográfica, pero yo puse cosas en ellos no tan reales.

-¿Hasta qué punto quisiste contar cosas de tu propia familia?

-De ninguna forma quise hacer una suerte de prensa amarilla con historias de mi familia. Yo hice una obra literaria y luego esta película. De ninguna manera quise contar secretos de mi familia.

-¿En qué medida respetaste tu propia novela al adaptarla al cine?

-Es una novela de 1986, que no volví a leer nunca más, con lo cual la respeté en la medida en que mi memoria trataba de olvidar algunas cosas. La novela gira en torno de un personaje que se enamora de una biógrafa, pero la película gira en torno de una mujer que quiere tener una vida simple, feliz, y a la que el cine la condena a perderlo todo.

-Mostrás a tu abuelo como un ser bastante despreciable, malhumorado y frustrado

-Yo no creo que sea despreciable para nada, al revés. Lo pinto como un hombre apasionado, como un hombre...Sí era un hombre malhumorado, sí era un hombre que vivía su propio mundo, pero así son los artistas.

La película termina donde él empieza su carrera como cineasta.

Su éxito profesional, que es innegable y es parte de la historia, ya que él fue uno de los grandes cineastas del cine argentino, empieza cuando termina esta película.

-¿Qué recordás de Torre Nilsson, tu padre?

-Mi padre renegó del cine, me decía que lo que él siempre quiso ser fue escritor, ser Borges o Proust, pero la pasión del juego lo obligó a encontrar un oficio que le permitiera vivir y quiso impulsarme a que me dedicara a la literatura y que nunca pusiera un pie en el mundo del cine.

-¿Y por qué a pesar de esos consejos y esa especie de herencia maldita seguiste filmando?

-No sé por qué. Debe haber algo que uno lleva en la sangre. La naturaleza puede más que los sanos consejos que te puede dar tu padre. Supongo que es un deseo de reencuentro con mi padre.

-¿Crees en lo que dice uno de tus personajes, que cualquiera puede hacer una película, hasta un tonto?

-Yo creo que sí. Que hasta un tonto puede hacer una película, pero no dos. Una película, un poema, un libro, podemos hacerlos todos una vez. Pero la continuidad supone un talento y un oficio.

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