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Martes 06 de Febrero de 2007
 
Edicion impresa pag. 18 y 19 >
La epidemia depoderes especiales

No más preocupante de la asunción de poderes absolutos del presidente venezolano Hugo Chávez no es que se haya convertido en dictador electo de línea narcisista leninista, sino que su ejemplo está siendo seguido con variantes, claro en varios países latinoamericanos.

Dos décadas después del regreso de la democracia a la región, estamos viendo una tendencia creciente hacia la expansión de los poderes presidenciales en países como Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Colombia y Argentina. Algunos de éstos, como Venezuela y Bolivia, también están creando "organizaciones populares" para intimidar y silenciar a los opositores, a la usanza de Benito Mussolini en Italia y Fidel Castro en Cuba.

Fíjense en las noticias de los últimos días:

En Venezuela, la Asamblea Nacional, compuesta en su totalidad por legisladores chavistas, aprobó el 31 de enero una "ley habilitante" que da al presidente poderes especiales para gobernar por decreto por 18 meses. Con ellos, Chávez podrá dictar las leyes que quiera, incluyendo la que ya ha anunciado para permitir su reelección indefinida.

"El presidente ha recibido poderes imperiales", me dijo Teodoro Petkoff, un ex guerrillero y ex ministro de Planeación que ahora dirige el periódico "Tal Cual", en una entrevista telefónica desde Caracas. "Chávez ya controlaba absolutamente todo, pero los procedimientos legislativos son más lentos y molestos. Ahora podrá dictar leyes sin la morosidad parlamentaria".

El artículo 2 de la nueva ley le permite a Chávez crear organizaciones de masas progubernamentales "para permitir el ejercicio directo de la soberanía popular".

En Ecuador, el nuevo presidente, Rafael Correa, siguiendo los pasos de Chávez ha convocado a una Asamblea Constitucional para reemplazar el Congreso controlado por la oposición. El jueves, miles de activistas respaldados por el gobierno, armados con palos y rocas, asaltaron el Congreso demandando que los legisladores acepten el plan de Correa de realizar el referéndum el 18 de marzo para reescribir la Constitución y aumentar el poder del presidente.

En Bolivia, Evo Morales realizó un referéndum para convocar a una Asamblea Constituyente que le daría amplios poderes, aunque el proyecto está algo empantanado por disputas legales y demandas de mayor autonomía de los gobernadores opositores.

El 11 de enero, unos 10.000 cocaleros oficialistas marcharon sobre la ciudad de Cochabamba exigiendo la renuncia del prefecto opositor Manfred Reyes Villa. En una entrevista en Miami la semana pasada, Reyes Villa me dijo que Morales está usando "fuerzas de choque" para expulsar a los recientemente electos gobernadores de oposición.

En Nicaragua, el presidente Daniel Ortega recibió poderes especiales del Congreso el 21 de enero para firmar decretos sobre una amplia gama de asuntos administrativos y para crear "consejos populares" que los opositores temen serán réplicas de los Comités de Defensa Sandinista que espiaban e intimidaban a la oposición en los años ochenta.

La semana pasada, la Coordinadora Civil de Nicaragua, que agrupa a unas 300 organizaciones no gubernamentales, emitió un comunicado expresando su preocupación por la creciente concentración del poder por parte de Ortega.

En Colombia, el presidente Alvaro Uribe obtuvo facultades extraordinarias del Congreso en el 2001 para atender situaciones especiales de orden público. En el 2002, obtuvo poderes especiales para negociar con grupos paramilitares y, en el 2004, para firmar decretos con rango de ley para regular la administración pública. Los críticos dicen que es el presidente más fuerte que ha tenido Colombia en la historia reciente.

En Argentina, el gobierno del presidente Néstor Kirchner obtuvo "superpoderes" del Congreso en agosto del 2006, para permitir al jefe de Gabinete reasignar fondos del presupuesto nacional sin autorización específica del Congreso. Los críticos dicen que esto le dará al gobierno un cheque en blanco para usar fondos estatales en las elecciones presidenciales de este año.

Mi opinión: obviamente, hay diferencias entre estos países. El caso de Bolivia no es igual al de Argentina, ni el de Argentina al de Colombia. Y el fenómeno del hiperpresidencialismo no es exclusivo de América Latina: aunque hay un Congreso opositor en Washington D.C., la costumbre del presidente Bush de usar los textos que acompañan sus firmas de leyes para interpretarlas a su gusto va mucho mas allá de la descripción de su cargo.

Pero la progresiva transformación de Chávez en un emperador tropical ha tenido un peligroso efecto anestesiante en América Latina. Mucha gente se está acostumbrando a los poderes absolutos, como si el hecho de que Chávez fue electo le diera el derecho a gobernar sin rendición de cuentas.

Si muchos latinoamericanos reaccionan con indiferencia a la erosión del sistema de pesos y contrapesos en un país vecino, podrían reaccionar de la misma forma en casa. En suma, hay buenas razones para temer que más países puedan seguir los pasos de Venezuela y pasar de ser democracias híbridas a dictaduras electas.

 

ANDRES OPPENHEIMER (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami.

 
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